Apenas nadie escuchó o vio nada, salvo una impertinente cámara del Consulado de Arabia Saudí en Turquía y un Apple Watch abrochado a la muñeca del periodista Jamal Khashoggi cuando entró el 2 de Octubre en aquel consulado convertido en centro macabro de tortura y muerte. Como si de un relato de horror y asesinato se tratara, el periodista Saudí nunca volvió a salir de allí, al menos con vida.
La convulsión internacional que ha provocado la desaparición del periodista Jamal Khashoggi ha hecho estallar una presión internacional inaudita hacia la Casa de Saud. Día a día los detalles sobre lo ocurrido en aquel consulado descubren detalles cada vez mas siniestros.
Pese a esto el poder económico de los mandatarios saudíes es tan enorme que ni siquiera Trump es capaz de atacar de frente el problema. Tal es así que el 2 de Octubre Trump, en un arranque de los suyos, advirtió al rey saudí de que, de no ser por el apoyo militar que le brinda Washington, no podría seguir en el poder “ni dos semanas. Una semana mas tarde el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, se negó a culpar a Arabia Saudí sobre la desaparición del periodista de Jamal Khashoggi. Mientras, nuevas revelaciones señalan que el reportero habría sido torturado y asesinado en el consulado de Estambul.
Mas allá de esto el gobierno del presidente turco ha instado a Arabia Saudí a aclarar lo sucedido y por su parte el Reino Unido ha advertido que las autoridades saudíes se exponen a “serias consecuencias” si se confirma su responsabilidad en la desaparición de Khashoggi.
Es tal la relativa presión internacional y las evidencias de lo ocurrido que según leí, la Casa Saudí dijo en su día estar dispuestos a admitir que el periodista murió durante un interrogatorio en el famoso consulado en Estambul.
De hecho la acusación de la policía turca concreta ya que Jamal Khashoggi pudo ser asesinado y descuartizado y sus restos sacados en secreto de la sede diplomática en Estambul. Pero vayamos por partes, ¿quien era Jamal Khashoggi?
Para los interesados en el devenir de la Casa de Saud, Khashoggi no era un desconocido, era un periodista apreciado por periodistas internacionales y diplomáticos que, en tiempos, viajaron al reino. Trabajó en las embajadas de su país en Washington y Londres, y no son pocos los que sospechan que también trabajó para la inteligencia saudita.
Tras años en los medios del reino, se estableció como portavoz extraoficial de la familia real. Su simpatía por la forma de vida occidental lo convirtió en un individuo bien conectado con el mundo, «rara avis» en el hermético sistema social y político del reino de Saud.
Sin embargo, con el tiempo, Khashoggi se fue alejando del centro de influencia de «la Casa» hasta finalmente exiliarse oficiosamente a Virginia y allí, siendo columnista de The Washington Post, se reinventó como el mayor crítico en occidente del príncipe y la Casa de Saud.
Pero la importancia de la muerte de Khashoggi no habría que buscarla solo en su influencia periodística sino también en lo sórdido de las circunstancias en la que se produce. Y es que su muerte está rodeada de incógnitas tenebrosas.
El relato de lo que hasta hoy se sabe habla de que Jamal Khashoggi acudió al consulado de Arabia Saudí en Estambul para reclamar un certificado de estado civil. Y es que el periodista estaba preparando su boda con la turca Hatice Cengiz. Le citaron de nuevo para el 2 de octubre, asegurando que el documento no estaba listo.
Fue entonces cuando Khashoggi acudió de nuevo al consulado, no sin antes advertir a su novia que si no salía pronto, avisara a las autoridades turcas. Y es que, sin duda, temía una encerrona por parte de las autoridades saudíes dadas sus sistemáticas críticas al régimen.
En las pesquisas seguidas por la policía turca se da fe mediante vídeos, registros e investigaciones que aquel martes llegaron al país 15 personas procedentes de Rabat. Eran presuntos agentes de inteligencia que volvieron a su país el mismo día. Entre ellos, Salah Mohamed Al Tubaigy, jefe de medicina forense de la Dirección de Seguridad de Arabia Saudí que llego al país «armado» de una sierra forense que, al parecer, paso inadvertida.
Según los investigadores turcos se alojaron en varios hoteles y aterrizaron en vuelos diferentes. Después, llegaron todos al consulado una hora antes de que el periodista hiciera su aparición en el mismo
Curiosamente, extraña casualidad, los empleados del consulado tenían el día libre, según les dijeron había una “reunión diplomática”. Según el diario turco ‘Hürriyet’ varios cerrajeros entraron en la sede para cambiar las cerraduras de varias puertas, incluso bien entrada la noche.
A día de hoy sin embargo son muchas las líneas de investigación abiertas por la policía turca pero como he comentado, los árabes estarían a punto de reconocer que “se les fue la mano” en el interrogatorio de Jamal Khashoggi.
Y es que los investigadores ya hablan de una pista clave que no es otra que la existencia de un reloj Apple Watch que tenía Khashoggi cuando llegó al consulado. El reloj estaba conectado al móvil que el periodista no llevaba consigo en ese momento y los datos que puede aportar este dispositivo podrían ofrecer la visión definitiva y comprometedora de todo lo sucedido.
Según medios estadounidenses, los supuestos asesinos pertenecen al circulo interior de seguridad del príncipe Mohamed Bin Salman. Parece ser que tras que Turquía difundiera la lista de implicados y de que le enviaran las copias de los pasaportes de siete de ellos, The Washington Post analizó sus perfiles en las redes sociales y estudió sus apariciones en los medios locales para concluir que se identifican como miembros de las fuerzas de seguridad sauditas o como integrantes de la Guardia Real.
De aquí a coligar que el príncipe tenga responsabilidad alguna en el tema me temo que nunca lo sabremos, pero la sospecha resulta obvia.
Es evidente que la imagen del príncipe Mohamed bin Salman ha ido creciendo envuelta en un aura de reformas que parecían exponer al mundo el deseo de aperturismo de su “nueva Arabia Saudí”. El es el autor de reformas como que las mujeres pudieran conducir e incorporarse al mercado laboral o el hecho de que la policía religiosa haya perdido cierto poder y “solo se acepta un islam moderado”, en detrimento del wahabismo raíz de todos los movimientos fundamentalistas.
Pero parece ser que se confirma que el cabecilla del grupo e asesinos es miembro del cortejo de seguridad que rodea al príncipe y que este siniestro personaje llamado Maher Abdulaziz Mutreb acompañó a Bin Salman, en su visita a España, el pasado mes de abril.
Mas allá de esto y a pesar de que Riad niega su participación en los hechos, lo cierto es que Khashoggi murió en un interrogatorio en el consulado saudí y hasta ahí van a aceptar los saudíes. No es la Casa de Saud un dechado de libertad de expresión y eso es justo lo que Khashoggi denunciaba constantemente, eso y la desaparición constante de periodistas saudíes en su propio país.
Y es que la dinastía saudí, dueña del país, prohíbe los partidos políticos y la oposición está establecida en el extranjero. Su rechazo a tolerar cualquier tipo de oposición ha fomentado el crecimiento de grupos disidentes que son sistemáticamente perseguidos y silenciados.
Pero el asesinato de alguien, por mucho que lo produzca el “país del dinero”, no tiene justificación alguna ni perdón en occidente. Alguien será la cabeza de turco, a alguien le van a dar, pero estoy seguro que la duda quedará sin despejar.
Veremos si este final resulta convincente y les vale a quienes hoy tímidamente denuncian y con ello evitan enfrentamientos con quienes poseen el petróleo y el gas y mandan a base de dinero.
Pero ante tal drama quizás resulte divertido un «sucedido» en clave nacional. Y es que este asesinato le ha servido a Podemos para azuzar su vena más republicana. El inclito Echenique ya ha salido ya con la estupidez de que «El asesinato de Khashoggi es horrible pero mucho mas lo es la relación entre Riad y la Casa Real», Dios que gente.
Y es que poco se necesita para alimentar la imbecilidad si pudor de los populistas que dando muestras una vez mas de su trivialidad y falta de compromiso, hace días apoyaron la reprobación del rey impulsada por los secesionistas catalanes. Ambos, populistas y secesionistas, tienen una inmensa suerte de no vivir bajo el «amparo» de la Casa de Saud.
Pues eso
Actualidad: El pasado Sábado a los saudíes no les quedo mas remedio que hablar y según dicen Khashoggi murió en el transcurso de una pelea en el consulado… y es que es lo que tiene pelearse con una sierra mecánica de descuartizar cadáveres, siempre gana ella.
Otra vez, pues eso