Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el año 2018 registrará la cuarta temperatura media mundial más elevada desde que existen datos.
Según esta institución, una de las ramas científicas de la ONU, se puede afirmar que los 20 años más calurosos de los que se tienen registros se produjeron desde 1996 y los récords mas altos se han producido en los últimos cuatro años.
Ante esto los expertos en clima de las Naciones Unidas han emitido una inquietante advertencia al mundo sobre el aumento del nivel del mar y al respecto de una crisis inminente causada por el calentamiento global. Según este informe las temperaturas globales están en aumento y subirán hasta 5 grados Celsius en este siglo.
Aun así el negacionismo sobre el cambio climático crece y cabalga a lo largo del mundo liderado por personajes como Trump, Putin, Sarkozy o Aznar… incluso Rajoy maquilló su postura y en 2007 cuestionó el calentamiento global aludiendo a un primo suyo.
Sin embargo negar la realidad climática no es defecto exclusivo de políticos. El cambio climático es eso en lo que nos fijamos un instante y luego miramos para otro lado. Sin embargo ahora sabemos que, si seguimos la tendencia actual de dejar que las emisiones crezcan año tras año, el cambio climático lo transformará todo.
Grandes ciudades terminarán probablemente ahogadas bajo el agua, culturas antiguas serán tragadas por el mar y nuestros hijos pasarán gran parte de sus vidas huyendo de violentos temporales, sequías extremas e incendios mortales. Y no tenemos que mover ni un dedo para que ese futuro se haga realidad, basta con que no cambiemos nada»
Pero los negacionistas del cambio climático siguen haciendo ruido. El perfil se ajusta lamentablemente con el de una figura masculina de ideología conservadora y, ya sea desde el poder político o económico, hay algo que todos ellos tienen en común: una ironía aberrante en sus declaraciones.
En Estados Unidos se encuentran algunos de los negacionistas más célebres y mediáticos. Son ultraconservadores, simpatizan con el Tea Party y defienden sin pudor la versión más salvaje del capitalismo.
Uno de sus enemigos mas significados, mas allá del ex-presidente Obama, es el Papa Francisco que tras la publicación de su Encíclica Laudato situó el calentamiento global entre las máximas prioridades del Vaticano.
Sin embargo personajes como Jeb Bush, hermano e hijo de ex-presidentes, llego a decir en su alegato negacionista: “Es una arrogancia sostener que existe una ciencia exacta en relación al cambio climático. No dejaré que me dicten la política económica ni mis obispos ni mis cardenales ni el Papa”.
Lo cierto es que California arde todos los años por los cuatro costados, que las riadas e inundaciones son cada vez mas devastadoras en el mundo, que los fenómenos atmosféricos mas raros se dan en lugares donde no eran habituales y que los polos y los glaciares se deshacen. Demasiada coincidencia para ser negada.
Una clave para entender las negaciones hacia la evidencia científica quizás puede encontrarse en el estudio del profesor Robert Brulle de la Universidad de Drexel, y en el cual identifica un organizado movimiento de negación: según sus investigaciones, 140 entidades realizaron 5.299 donaciones por un total de 558 millones de dólares a 91 organizaciones negacionistas vinculadas con grupos conservadores entre 2003 y 2010.
Entre los donantes se encuentra la petrolera Exxon, junto con otras corporaciones y entidades «sin ánimo de lucro» como la Searle Freedom Trust Foundation, la John William Pope Foundation o la Howard Charitable Foundation. El dinero amplifica ciertas voces interesadas por encima de otras y, de hecho, les da una cierta preponderancia.
Los especuladores financieros mas poderosos mantienen un apoyo constante a la campaña para negar los hallazgos científicos sobre el calentamiento global y plantear dudas públicamente sobre las raíces y los remedios de esta masiva amenaza global.
Ya es sabido que Donald Trump ondea desde hace tiempo la bandera negacionista. Trump no solo tacha de «engaño» el cambio climático sino que sostiene que se trata de un concepto “creado por y para los chinos para hacer que el sector manufacturero estadounidense pierda competitividad”.
Durante la ola de frío que se produjo a principios del 2014 en Estados Unidos, Trump llegó a tuitear: «Esta mierda del calentamiento global sobrevalorado tiene que parar. Nuestro planeta se está congelando, récord de temperaturas bajas y nuestros científicos del CG (calentamiento global) están atrapados en el hielo”.
En España, José María Aznar, llegó a manifestar: “Poco tienen que ver con la ciencia buena parte de los apocalípticos climáticos. Lo suyo se parece más bien a una nueva religión que condena a la hoguera en la plaza pública a aquellos que osen poner en cuestión sus tesis». Aun así el Partido Popular tardó 24 horas en desmarcarse de las declaraciones de Aznar: «La opinión del señor Aznar es muy respetable, pero no es la del partido», aseveró la entonces portavoz de Medio Ambiente del Partido Popular en el Congreso, María Teresa de Lara.
Negar lo evidente siempre ha sido el camino mas fácil para el político que no quiere problemas mas allá de los que controla. Pero negar el calentamiento global no parece la medida mas sana si queremos proteger el mundo en el que han de vivir nuestros hijos y sus generaciones venideras.
Personalmente creo que ya es mala la sociedad que les vamos a legar, pero si además añadimos que el mundo al que les condenamos tiene mas que ver con Blade Runner que con El Rey León, creo que en ese caso deberíamos reflexionar y tomar decisiones ya.
Pues eso