Casado y el liderazgo pendiente

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Lo confieso,, me es difícil reconocer hoy al PP, pero admito que en estos tiempos de mediocridad política general tampoco esto es algo sorprendente.

Poco o nada tiene que ver este PP con el que llevaba escrito en su ADN las tres C: Carisma, Cohesión y Coherencia.

A mi juicio, de un tiempo a esta parte, el liderazgo del partido está lleno de dudas, incongruencia, falta de rumbo, intereses personales, luchas internas… todo menos, liderazgo. Y es que tomar de forma literal la queja tradicional de que el PP no sabe comunicar y elevar a su jefe de comunicación a Presidente del partido fue una mala medida.

Es verdad, no fue así la cosa, pero pareciera. Cierto es que en aquellas “no primarias” los candidatos que se postulaban era todo lo que había y que si uno era flojo, la otra era demasiado complicada, pero entre uno y otro los militantes dieron la espalda al mandado de la cabeza del partido y votaron por Casado.

Sin embargo los complejos del anterior presidente marcaron los últimos años de su legislatura. Es verdad que Rajoy sin ser un tipo con carisma, fue un buen presidente para España en su momento mas difícil tras una legislatura socialista llena de estupidez.

Pero sus idas y venidas, las contradicciones, la falta de decisión, la duda permanente y la pésima comunicación marcaron hasta el final aquella crisis devenida de gobierno. Finalmente el ego se impuso e impidió que el trance de la moción de censura se cerrara de forma lógica y con ello el PP quedó muy tocado.

Con el tiempo en perspectiva me da que no, Casado no es la solución. También es cierto que el liderazgo del partido tan solo pasaba por unas manos posibles: Feijóo. Pero el magnífico presidente gallego supo ver el estado real de las cosas y lo que sobrevenía y no optó por lo que habría solucionado los problemas y el futuro del PP.

No le culpo, es una tarea ardua, imposible. Arrastrar un peso muerto como es hoy el PP y moverlo entre jugadores de ventaja y políticos mediocres que miran mas por su jugada personal que por la del conjunto requiere necesariamente bajar al infierno para mas tarde, con tiempo, renacer de sus cenizas, probablemente el PP este en ello.

Y es que abundan en la política española un sin fin de candidatos y postulantes a ocupar los cargos públicos que tampoco en el PP faltan. Por lo que se ve este no es un tiempo para los que defienden ideas, proyectos de cambio, ni para verdaderos líderes o genuinos conductores.

Mucho me temo que el liderazgo del PP actual es rehén de ambiciones personales, de lo que determinan las encuestas y de lo que suena a “políticamente correcto”, lo que finalmente siempre resulta mediocre, sin audacia y oportunista.

Si en algo destacó el PP en su historia siempre fue en la notable presencia de estadistas y políticos de fuste en sus filas que supieron dar al país oportunidades y al partido una línea política coherente, a pesar de sus diferentes orígenes ideológicos y con ello fueron capaces de congregar a militantes y partidarios que hicieron de ese partido una referencia del centro derecha en el mundo.

Me temo que hoy ya no.

No es solo un defecto del PP es un defecto general de la política interesada y adocenada que nos invade. Haga si no el lector el ejercicio de poner en perspectiva los líderes políticos actuales en el contexto de la transición y dígame, ¿cual de ellos superaría la prueba?.: Sánchez vs. González, Rivera vs. Suarez, Iglesias vs. Carrillo o… Casado vs. Fraga. No entro en si la comparación es justa o no, pero esta claro que deja a las claras la tremenda orfandad de liderazgo por el que atraviesa la política patria y sí nos va.

Casado no tiene bagaje político, ni experiencia en gestión pública. No vale ser tan solo joven y bien parecido o presumir de 15 años en política, el PP y España precisan de talla y capacidad contrastada. Pero es cierto que el resto de partidos no está mucho mejor y algo es algo.

El PP necesita de nuevos referentes, de verdaderos líderes y propuestas que resulten sensibles a las demandas de los ciudadanos.

Un líder que sea capaz de superar el estrepitoso fracaso de quienes atados y esclavos de su minoría parlamentaria pactan a cualquier precio el final de España con tal de seguir pegados a los sillones de mando, aquellos que se ufanan de la democracia pero que no la practican.

No, nos engañemos la victoria de Pablo Casado en aquellas “no primarias” siguió la línea de la victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE. Tanto Casado como Sánchez triunfaron a pesar de tener en contra a la cúpula de su partido. Pero ni Casado ni Sánchez son líderes duros.

El 25 de Julio de 2018, es decir en plenas “no primarias”, en las páginas de Crónica del diario El Mundo, Pablo Casado se despachó con este titular: «Quiero la Presidencia, no quiero recibir órdenes». Lo ha conseguido, pero mas vale que esas palabras no tomen el curso contrario y al final lo que quiso ser una declaración de intenciones pase por precipitar un ridículo épico.

Las palabras dichas en el fragor del momento juegan malas pasadas y si no que se lo digan al mariscal de Francia y presidente de la República, Patrice Maurice Mac·Mahon que era un hombre que no brillaba por su inteligencia. Un día, mientras visitaba un hospital, se detuvo ante la cama de un soldado enfermo y se interesó por él.

-¿Qué tiene?- preguntó.

Fiebre tifoidea tropical- le respondió un médico.

Mala cosa– replicó Mac·Mahon –O se muere uno o se vuelve tonto. Lo sé porque la tuve cuando estaba en Argel

Pues eso

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