En 1958, Mao Zedong lanzó una campaña de medidas económicas, sociales y políticas conocida como el Gran Salto Adelante. Entre las políticas emprendidas se encontraba el exterminio de los gorriones, animales que consideraba una plaga y a los que acusaba de ser causantes de no obtener todo el grano que China necesitaba.
Mao Zedong ordeno que todo niño, hombre, mujer o anciano, sin importar su profesión o rango, matara a cualquier gorrión que se encontrara en su camino. De esta manera, esperaba que los granos que los gorriones dejaran de comer sirvieran para alimentar a miles de personas. En pocos meses, la población de gorriones en el gigante asiático se había reducido a niveles irrisorios.
Lo que no previó Mao Zedong es que los gorriones se alimentan no solo de granos y frutos, sino también de diversos insectos y animales pequeños y que con la desaparición de los gorriones, las plagas de langostas y otros insectos asolarían a China, causando la destrucción de miles de plantaciones agrícolas y por ende la Gran Hambruna China, en el que murieron entre 15 y 45 millones de ciudadanos chinos.
Para Mao la culpa fue de los gorriones. Maduro en cambio ve pajaritos pero también para el la culpa de la miseria la tiene cualquiera menos el. Él esta pilotando “su gran proyecto socialista cívico-militar” continuación del de Hugo Chávez o eso dice.
La culpa de la miseria, del hambre y la muerte de Venezuela es de la oposición, de los EEUU, de las ONG, de Colombia o de Brasil, de la oligarquía venezolana, de Guaidó, de la Unión Europea, de la especulación financiera e incluso de los propios venezolanos empeñados en criticarle y que no reconocen el tremendo error en el que están sumidos. Como Mao, vamos.
Para él Venezuela no necesita de la ayuda humanitaria que acude por Guaidó porque, según el, al país le sobra con lo que tiene. Nadie sabe si los trailers que ha colocado en los puentes de la frontera, en Cucuta, son para frenar eso que el llama una invasión silenciosa tras la ayuda humanitaria o para impedir que los venezolanos, sumidos en el hambre y la miseria mas profunda, rompan y desborden esa frontera en busca de comida, medicamentos o simplemente de vida, una vida y una esperanza que se les escapo entre los dedos cada vez que, en el pasado, voto por Chávez o Maduro, algo de lo que tantas veces se habrán arrepentido
Maduro conduce por Caracas como el caballo de un picador, con las anteojeras puestas, no mira a los lados, no quiere, porque no le interesa ver la verdad. El estado real de un pueblo hambriento y falto de todo. Ya ni las zonas mas miserables de Caracas, fuente del voto chavista, lo respetan.
Según reportes de quienes lo vivieron en directo, el pasado 23 de Enero y por primera vez en años se alzó el oeste de Caracas. Todo el oeste desde La Candelaria. También Mamera, San José, Los Mecedores, Cotiza, Catia, Barrio Unión, Manicomio, Los Magallanes, la avenida Sucre… Toda esta gente estuvo hasta las 12 de la noche reclamando la dimisión del dictador.
Calles atestadas, imposibles de manejarse entre ellas, la Guardia Nacional tratando de pasar, buscando gente en los apartamentos… Incluso en el tradicional barrio El Limón, chavista por excelencia durante 20 años, allí también se vivieron protestas.
Como si de otro Mao se tratara, Maduro no se inmutó. Si el pueblo moría o vivía era problema del pueblo. El no tiene la culpa, como mucho la culpa es de los gorriones, pero como a el se le aparece el “pajarito” de vez en cuando, el tranquilo. El dictador prefiere que la Guardia Nacional Bolivariana dispare a la gente antes que a los pájaros no sea que en una de estas alguno le dé al suyo y con la tontería se le acabe su chollo.
Maduro mantiene que la culpa es de otros, siempre los gorriones, y que el hambre del que se habla es una patraña. Seguirá así hasta que le dé la gana, si nada con peso real ocurre. Porque una cosa es cierta, hace tres semanas que todo empezó y nada sustancial ha cambiado en la vida de los pobres venezolanos, y estos ya han hecho su ultimo esfuerzo por salir y quejarse.
Es verdad que la crítica del mundo hacia Maduro y su banda se ha incentivado y que las acciones de penalización hacia ese Gobierno le hacen daño al dictador pero ojo, sobre todo afectan y muchísimo a la gente, al pobre pueblo venezolano.
Mucho me temo que Maduro aguanta parapetado tras los militares dejando que el tiempo pase y esperando una vez mas controlar la situación y sobrevivir, quizás con mas problemas que antes, pero controlar.
Por los comentarios que me llegan la gente, que se implicó en cuerpo y alma en el 23 de Enero, empieza a sospechar que la situación tiende a volver a lo mismo y a permanecer inalterable y que Maduro podría sostenerse en el tiempo.
Y es que si esa situación no tiene un final palpable a corto plazo el pueblo venezolano, o lo que queda de el, se va a sentir una vez más utilizado y una vez más va a volver a su frustración, esta vez puede que con un nuevo líder, pero con la misma desesperanza de siempre. Si nada pasa rápidamente esa sensación puede ir calando en el animo como si de una gota china se tratara.
Maduro acabará echando la culpa a los gorriones, es lo que hizo Mao otro dictador comunista, y mando a China a la mayor hambruna que se ha producido en este mundo. Maduro ya tiene el hambre en su tierra así que matar a los gorriones no tendría objeto si no fuera porque en su demencia este loco pudiera llegar a pensar que con eso aliviaría un poco el hambre y la queja de su pueblo.
No sé, pero si yo fuera pájaro en Venezuela iría con cuidado.
Pues eso