
Con experiencia. Honrado. Diligente. Fuerte. Que sepa arreglar mis problemas. Si tratamos de dibujar el perfil del candidato electoral perfecto con una lista de atributos, llenaríamos folios y, probablemente, no daríamos con los nombres que más se van a repetir en las urnas hasta el próximo 28 de abril.
Lamentablemente, en los tiempos que vivimos en nuestro país, se ha sepultado la imagen de candidato político estrella, líder de su partido, que se estilaba en tiempos de bonanza. Lo cierto es que es de tal magnitud la falta de atractivo de los lideres políticos actuales en España que claramente se ha optado por abrir las listas a todo tipo de personajes. Hoy en esas listas podemos ver a periodistas, tertulianos, humoristas, toreros y militares, cualquiera que traiga un gramo de notoriedad a la candidatura, tan solo eso notoriedad.
En cada momento los votantes hemos buscado en los líderes virtudes diferentes. Ahora deberíamos buscar una persona fuerte, capaz y que sepa gestionar y dirigir equipos, probablemente alguien que, visto lo que se presenta a las próximas elecciones, sea imposible de encontrar
¿Pero un buen político nace o se hace?. Las dos cosas. Un buen candidato debería poseer una serie de cualidades innatas ymodelarlas con tiempo, técnica y destreza.
Por lo que he comprobado personalmente, las motivaciones de un candidato provienen de las zonas más primarias de nuestro cerebro y suelen venir impulsadas por cierto deseo de poder, dominio, jerarquía y aspectos similares que vienen desde la noche de los tiempos impresos en nosotros y en cierto primitivo espíritu de manada que necesita producir líderes.
Leí una vez que un magnifico consultor latinoamericano decía haber identificado al menos seis tipos de personalidad en la política que definen en si mismas seis tipos diferentes de candidatos.
Todos tenemos nuestra propia opinión ante las ofertas de los lideres de los distintos partidos, pero permítame el lector que proponga un pequeño juego consistente en descubrir que candidato de los que se presentan a las próximas elecciones en España se ajusta a cada una de las definiciones que a continuación muestro. Puede ser curioso e interesante y en alguna medida puede ayudar a reflexionar, a ver mas claro, si quien se presenta es quien querríamos o simplemente no.
El candidato puede ser…
1. Autoritario. Es respetuoso con las jerarquías. Suele elogiar a quienes ostentan cargos más importantes que él, pero al mismo tiempo es muy competitivo con sus pares y dominante con quienes están por debajo. Valora la dureza, la resistencia y la agresividad política.
2. Narcisista. Busca ser el centro de atención en las noticias, en las reuniones y en todos los eventos políticos. Es convincente, seductor y carismático. Demanda lealtad de parte de los demás pero rara vez la concede en reciprocidad. Tiene un sentido de grandiosidad rayano en el exhibicionismo en cuanto a sus ideas, sus proyectos y su personalidad.
3. Manipulador. Es frío y calculador y generalmente no se deja detener por reparos éticos. Para él ganar lo significa todo, y lo demás es negociable: el fin justifica los medios. Es muy hábil para observar a las personas con las que interactúa. Y rápidamente descubre sus intereses y explota sus debilidades para poder obtener réditos políticos.
4. Obsesivo. Trabaja duro y es minucioso y preciso. Su capacidad de trabajo y su profesionalismo suelen brillar mucho más que su personalidad. Hace las cosas a consciencia y manteniéndose dentro de sus parámetros éticos. Su proceso de toma de decisiones es lento pero seguro. Toma en consideración factores complejos y hace esfuerzos extraordinarios para evitar errores.
5. Paranoide. Es reservado, desconfiado y muy atento a los posibles significados ocultos tras las palabras o las acciones de los demás. Muchas veces duda de la lealtad de quienes le rodean, y con facilidad cree que otros forman alianzas en su contra. Es frecuente que se sienta perjudicado por otros, y las teorías conspirativas le resultan generalmente razonables más allá de las evidencias.
6. Totalitario. Es raro de encontrar en los contextos democráticos porque demanda obediencia absoluta de parte de sus subalternos. Cree en su propia infalibilidad y ejerce el poder haciendo que le teman o le respeten casi religiosamente. Es un fanático, obliga a que hagan un culto de su personalidad y rechaza todos los hechos que contradigan sus ideas o decisiones.
Sinceramente, según mi criterio, la realidad es que no hay tipos perfectos y puros en la política en general pero menos en la nuestra. Cada político tiene predominio de un rasgo concreto pero es complementario con alguno de otra categoría. El equilibrio (o no) define a cada cual.
Aristóteles, aseguraba que “desde el nacimiento, algunos están destinados a mandar y otros a obedecer”, es lo que tiene la política.
Escribía el psicólogo americano John Gartner que unas elecciones siempre las gana el candidato más hipomaníaco, “personas con la grandiosidad suficiente para creer que están destinados a liderar el mundo libre, la energía necesaria para montar una campaña implacable y el carisma para inspirar a millones de personas”.
No es lo mismo querer cambiar tu país que querer ser presidente por el mero hecho de serlo. Es en este último caso cuando comienza el desgaste, hay más estrés, menos sueño…Y a eso contribuyen las estructuras del poder, la presión de la oposición, el nunca estar seguro del fuego amigo.
La mente del candidato es un universo fascinante. Y es complejo comprender por qué una persona lucha, a veces desesperadamente por conquistar un cargo que sabe que le traerá enormes problemas y dolores de cabeza.
Por cierto querido lector, si no ha encontrado al candidato que cumpla con lo que busca, es que simplemente no existe en el contexto de la política española.
Hoy en día el mundo de la política en España, pero también en general, gira lamentablemente en torno a la búsqueda del poder a cualquier precio en detrimento de la ideología, los valores y principios que la caracterizaban y motivaban antaño, pero sobre todo nos hemos olvidado de tener líderes carismáticos cargados de credibilidad, experiencia y honestidad.
Francamente, nos hemos conformado con lo que hay.
Pues eso