
Siendo sinceros, en esta carrera hacia el 28A, cada vez es mas difícil dibujar imaginariamente que es lo que busca cada candidato, o mejor dicho que es lo que ofrece.
Siento decirlo, pero la pobreza de argumentos que desde el primer momento están exponiendo los candidatos casi resulta proverbial.
Tal es esta pobreza argumental que cualquiera de la candidatura, de unos y otros, que pasa por delante de un micrófono deja su tontería personal sin cuidar para nada de la repercusión que eso pueda tener, bien sea por la mala intención del contrario y la tergiversación de las palabras, bien sea porque el comentario responde a una forma de pensar individual que nada tiene que ver con la necesaria coordinación argumental de la candidatura.
En esta campaña pareciera haberse establecido una campaña paralela entre los miembros de las candidaturas de unos y otros que corren en pos de quién dice la tontería mas grande o quién pone en apuros mas grandes al candidato.
Como además los candidatos no tienen mucho que ofrecer, esas declaraciones de los segundos o terceros cobran especial importancia pues se convierten en puntas de lanza con las que agredir al candidato, mas que puntales estratégicos con los que construir una posición.
Sin ir mas lejos tan solo hay que recordar la inutilidad de los comentarios de Suarez Illana. Su paso por la tierra castellanomanchega costó al PP una de las mayores derrotas electorales que ha sufrido en la región, pero también estuvo plagado de “perlas” como su reciente versión de los neandertales y el aborto. Y es que el apellido no basta para forjarse una carrera política, menos aún cuando las sonadas meteduras de pata se van acumulando en el haber.
Tampoco al PSOE le ha ido muy bien con su cabeza en el PSC. Iceta mas allá de haber demostrado en los mítines del partido que es un gran bailarín, también ha demostrado que cuando quiere puede sacar las patas de la danza y meterlas hasta el corvejón. Su versión libre de cómo tratar la independencia de Cataluña le ha costado a Sánchez mas de un disgusto, no porque opine lo contrario sino porque lo haya dicho en alto.
Pero parece ser que el que hasta el momento tiene el record de liarla parda es el tal Daniel Lacalle y sus declaraciones, ciertas o no, sobre las pensiones. La verdad es que da lo mismo lo que dijera, hay materias que hay que tratar con mimo y mucho cuidado en una campaña y las pensiones en España es uno de esos temas.
Lacalle,’gurú’ económico y asesor personal del candidato Pablo Casado, decía en declaraciones a El Economista que «el debate no es cuánto se revalorizan, sino cuánto se recortan. Un 20%, un 30% o un 40%. Todos los países que han ido por el camino impositivo han aumentado la edad de jubilación y reducido el porcentaje de reemplazo». Por Dios menuda estupidez.
Y no tanto por si es cierto o no que eso sea así o si se han sacado de contexto sus palabras, o lo que quiera decir Lacalle, es que hablar en esos términos en plena campaña es un fallo de primero de EGB electoral. No ya por si es así como piensa, es porque irremediablemente va a ser utilizado y va a forzar a la candidatura y al candidato a tener que dar explicaciones y eso, querido Sr. Lacalle, además de ser atacado hasta la extenuación por la oposición como ha pasado.
El señor Lacalle indicó la posición de la bomba y a la oposición progre solo les basto encender la mecha para hacerla explotar, demasiada tentación y facilidad como para no hacerlo.
La verdad es que uno se queda perplejo por estos a los que todavía les coge en párvulos ciertas cosas elementales en esto del marketing político y electoral. Pero hay cosas que son de cajón.
Sabido es que el ataque político más sencillo y efectivo se reduce a 3 movimientos básicos:
- Identificar cual es la principal fortaleza del adversario.
- Encontrar qué debilidad lleva implícita dicha fortaleza.
- Atacar exclusivamente en ese punto de ruptura de la fortaleza.
Pues a pesar de todo, pareciera un mérito hacerse acreedor de la mayor metedura de pata en campaña a la luz de estos ejemplos a los que me he referido que dejan con el culo al aire cualquier estrategia, si la hay, en cualquier candidatura.
Esto de que los segundos o restantes miembros de una candidatura expongan tan fácilmente la yugular de su candidato está resultando excesivamente pueril. Parece mentira que tipos supuestamente curtidos en la batalla política hayan aprendido tan poco sobre lo que la comunicación política supone en tiempo electoral.
No me refiero solo a la comunicación masiva sino a las comunicaciones internas entre miembros de un comité de campaña o de un partido. Esas comunicaciones que son especialmente importantes y que nadie quiere que se filtren al exterior de la organización. Esas que se utilizan para coordinarse y mantener una imagen de cohesión en la candidatura electoral y que por lo que se ve, ahora no se utilizan o simplemente no existen.
Al hilo de esto permítame el lector una última reflexión, puede que no exista esa comunicación interna porque simplemente no hay programa que comunicar. Y es que, si no hay un objetivo común, si no hay una idea clara de como gestionar el futuro del país y además nadie ha pensado en ello, para qué coordinar la nada.
Si este es el caso puede que las ideas, los valores y los principios simplemente se hayan rendido a la imagen de un candidato sin carisma, joven, mas o menos guapete y que parece que habla bien. Lo demás, lo verdaderamente importante, aquello que debería importarnos ¿a quién le importa? ¿O no? A mi sí querido lector, a mi sí me importa.
Pues eso
Interesante, muy interesante, Sr. JMA.
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