
Desagradables, asquerosos y repugnantes, los necrófagos gustan de desenterrar restos humanos y comer su carne putrefacta. Según la mitología, los necrófagos son seres que se alimentan de cadáveres de seres humanos. Dicen que el aspecto de un necrófago se transforma constantemente y es capaz de convertirse en lo que sea para conseguir lo que sea con tal de pasar inadvertido en su ambición devoradora.
Ayer fue Franco el que concitaba los mórbidos deseos de Sánchez en su afán de sacarlo de su tumba, hoy los podemitas esos de Marea Atlántica regentes en el municipio de la Coruña, han decidido fijar su objetivo en Manuel Fraga, en paz descanse, retirándole el título de hijo predilecto de la ciudad.
Como todo el mundo sabe, esto de Fraga es condición “sine qua non” para sacar a la Coruña de ese título otorgado por la OCU, tras unos miles de encuestas con sus ciudadanos, con el que se reconoce la ciudad como la más sucia de España. Este enorme galardón le ha sido otorgado a la ciudad herculina gracias a los desvelos continuados de un alcalde y su corporación perroflauta por hacer de ella casi un muladar.
Y es que con los votos de Marea Atlántica, PSdeG y BNG han dejado al bueno de Don Manuel Fraga Iribarne sin los honores que un día, en el 68, le concedió un gobierno municipal menos democrático pero tal vez menos ignorante que el de ahora.
Pero llegan tiempos de cambio y nuevos vientos, si el electorado así lo desea, y creo que una gran mayoría en esa ciudad, a la que tanto quiero y admiro, espera que esos vientos soplen fuerte y retiren toda la mierda de sus calles, se llame esta como se llame.
La bajeza de estos que han pedido y votado lo de Manuel fraga, queda expuesta por ser esto un postureo a tan solo 15 días de las elecciones que pueden, y deben, cambiar el panorama del consistorio coruñés.
Y es que asombra que allá donde esté el progresismo, de una u otra manera, el tema de los muertos de uno u otro bando acaba por hacerse dueño del discurso político, gran mérito este de los nuevos políticos necrófagos.
La inquina y el odio puede llevar a tal estado de ignorancia y demagogia que, cual jacobinos en revolución buscando cabezas que cortar, esta gente no sabe sobre las circunstancias del momento que propició aquel título de hijo predilecto porque no habían nacido o eran niñatos indolentes.
Piensan que los títulos, como este de D Manuel, se concedían a punta de bayoneta. Flaco favor le hacen a la democracia aquellos que llamados a mandar, por mor del voto, sobre los destinos de una ciudad tan bella, muestran su afán necrófago de revolver el mundo de los muertos en pos de algo que dicen llamar memoria histórica.
Fraga fue político y ocupó diversos cargos durante 36 años de la democracia, suficiente aval este para haber dejado atrás su pasado y errores que tampoco se pueden considerar peores que los del comunismo o de algún socialista como los de Largo Caballero.
Fue un trabajador incansable. Como embajador en Londres nadie pudo resistir su ritmo y durante sus 15 años como presidente de la Xunta fue elegido 4 veces por mayoría absoluta, siempre fue el primero en llegar al trabajo y el último en marcharse, de ello doy fe.
Pero el objetivo de este post no es ensalzar a Fraga, no soy quien, sino que mi intención es dejar las cosas en su sitio, justo lo contrario de lo que quieren estos políticos necrófagos empeñados en revolver tumbas y sacar a los muertos o de insultarles ahora que no se pueden defender.
Llegan elecciones municipales y los que menos talento tienen, esos que dieron en llamar los “alcaldes del cambio”, parece que han decidido acudir a la barra libre de los muertos, esa que abrió en su día el ínclito de Sánchez con su afán inconcluso de trasladar a Franco a no se sabe donde.
Y es que cuando al político se le descubre inútil, cuando no sabe que ofrecer al votante y ve acercarse las elecciones, cualquier cosa le parece posible. Toca mentir, miente. Toca gritar, grita. Toca a muerto, pues a por ellos, que total ni hablan, ni se quejan, ni salen en los medios.
Siempre habrá un tonto, hay en este país más que botellines, que vea en esto de quitar tumbas y derechos a los muertos, un gran logro.
Mientras así piensa vivirá en una de las ciudades más bonitas del mundo pero la más sucia de España.
Y es que, como he comentado anteriormente, según el último estudio de la Organización de Consumidores e Usuarios (OCU) sobre los servicios municipales de 60 municipios, la ciudad herculina lideraría las urbes más sucias de España.
Quedan pocos alcaldes de verdad, con visión municipal y mando, quedan pocos y en ciudades como la Coruña esto se hace evidente. Lejos quedan ya los Francisco Vázquez o los Carlos Negreira que tanto aportaron a la belleza del municipio.
Hoy la insatisfacción de los mas de 5000 ciudadanos entrevistados por la OCU en la Coruña ha bajado 16 puntos su valoración sobre su limpieza. De este estudio que se realiza cada cuatro años, se desprende que la presencia de excrementos animales en la vía pública, las pintadas y la suciedad en el entorno de los contenedores son los factores que más inciden en la valoración, pero no los únicos.
En fin que bajo el manto de lo inconcreto, con eso de la memoria histórica, en este país no están tranquilos ni los muertos.
Son estos alcaldes podemitas una suerte de carroñeros aficionados a quitar nombres de calles a quien se les antoje, poner en cuestión a personajes de la historia acusándoles de fascistas aunque sean de otro siglo anterior, o a desahuciar incluso a los muertos de sus tumbas o a meterse en ellas para recordarles que les odian. Bendito país este.
Pues eso