
España camina peligrosamente por encima de un problema latente y escondido bajo las alfombras institucionales del que apenas se habla, o se quiere hablar desde el Gobierno, sobre todo en tiempo de elecciones. El desabastecimiento de determinados medicamentos es un fenómeno que se ha instalado en las farmacias desde hace años y que progresa exponencialmente sin solución aparente.
A la luz de las quejas de pacientes y oficinas de farmacia, parece que las cosas se les han ido de la mano a nuestros gobernantes y ya ha llegado demasiado lejos ya que determinados laboratorios, en lucha con la Administración, han ideado sistemas que ponen en riesgo este vital suministro.
Pero siendo esto así, el problema del desabastecimiento del mercado de medicamentos parece haberse convertido en un problema estructural, cuyas causas no son solo referidas a los laboratorios como señala la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios sino otras más profundas que tienen que ver con la intervención de precios y otras cuestiones atribuibles directamente a la política de precios de la Administración
El desabastecimiento de determinados medicamentos es un fenómeno que, aunque negado en ocasiones por algunos interesados, ha acabado convirtiéndose en una de las patatas calientes que ha puesto en solfa las evidentes debilidades en temas de planificación farmacéutica, tanto de anteriores gobiernos como del actual de Sánchez, pese que se haya tratado de ocultar.
La Agencia Española del Medicamento reconoce en su último informe que el desabastecimiento es un fenómeno creciente desde el punto de vista de las notificaciones recibidas de la industria farmacéutica y que a lo largo del año 2018 se han recibido un total de 1.332 notificaciones de problemas de suministro, lo cual supone un 44 por ciento más con respecto a 2017. Además, en el segundo semestre de 2018, las notificaciones recibidas se han incrementado de forma exponencial.
Los medicamentos que experimentaron algún tipo de desabastecimiento son generales pero pareciera que el mayor número de incidencias perteneciera al grupo terapéutico del sistema nervioso, al del aparato cardiovascular, al aparato digestivo y metabolismo, y a medicamentos dermatológicos y al aparato respiratorio.
Y es que los problemas de desabastecimiento de medicamentos han llegado para quedarse, o dicho de otra forma, para ser noticia. El origen es variado, así como la responsabilidad: desde el fabricante, el distribuidor y el que licita sin las garantías necesarias, y es eso precisamente lo que convierte a la administración en co-responsable.
La preocupación y la falta de sintonía entre gobierno y fabricantes se hizo palpable el año pasado en la presentación del Plan de Prevención para la escasez de medicamentos para el periodo 2019-2021, cuando el desabastecimiento robó el foco de un encuentro entre la nueva ministra socialista María Luisa Carcedo y algunos consejeros de Sanidad. Según aseguro la ministra “Los datos que tenemos es que hay desabastecimiento por falta de fabricación. Si una empresa se compromete a abastecer un medicamento no puede de repente decir que no quiere o no puede fabricar más”.
La industria farmacéutica no tardó en responder con la misma claridad: “Carece de toda lógica empresarial que un sector productivo genere intencionadamente un desabastecimiento en su propio mercado, y por ello la industria farmacéutica en España hace los mayores esfuerzos para asegurar la cobertura de la demanda de medicamentos con normalidad y responsabilidad”.
Sin embargo y siendo sinceros, la industria lleva tiempo insistiendo en profundizar en el tema económico. Desde la patronal de la industria farmacéutica parece que se insiste, quizás amenazante, en resaltar la diferencia de precios en distintos países europeos.
Pero en el eje del problema están los precios de referencia nacionales. De hecho, consciente del impacto de las continuas bajadas y para evitar una “indeseable situación de desabastecimiento” según la ministra, el Ministerio optó por no revisar en los presupuestos de 2018 el precio de referencia de las presentaciones para así asegurar la garantía de suministro de “medicamentos esenciales, no sustituibles por ningún otro de los actualmente financiados por el sistema nacional de Salud”.
Por su lado los laboratorios hablan de la subida de las materias primas y de la congelación de los precios por parte de la Administración, pero subyace en sus intenciones la petición histórica y permanente de este sector por acabar con la “política de genéricos”, algo que buscan desde hace tiempo.
Fuera como fuese la amenaza de una crisis de abastecimiento farmacéutico crece día a día. Baste con la experiencia personal y con acercarse a una farmacia y preguntar y le enseñaran listados de medicamentos de los que carecen y que han sido referenciados como fuera de stock en el distribuidor o simplemente no suministrados por el laboratorio.
Sánchez parece haber encontrado el bálsamo para los males del desabastecimiento farmacéutico en las subastas. Por lo que se ve quiere que el desastroso ejemplo andaluz que pusiera en marcha Susana Díaz y que se trajo bajo el brazo la ministra “chiqui” de hacienda, sirva para impulsar unas subastas nacionales que pueden poner en riesgo la supervivencia del abastecimiento de las principales compañías del sector a la luz de lo ocurrido en Andalucía.
Para los que no estén en el tema, aclaro que la subasta de medicamentos es el sistema por el que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) adjudica a laboratorios el suministro de los fármacos que financia y que está bajo la lupa de la Unión Europea
Un sistema este de las subastas complicado y criticado y con evidentes problemas de implantación que Sánchez va a trasladar a nivel nacional, lo que es todo un reto que entraña peligros evidentes, sin duda.
Baste como ejemplo de esta potencial amenaza, mencionar que la mitad de los medicamentos con problemas de suministro nacional fueron los de las subastas andaluzas, ¿venganza de la industria? Quien lo sabe. Pero si este sistema se generaliza, como pretende el gobierno, va a ser difícil de explicar a la ciudadanía el desabastecimiento en todo el territorio nacional.
De implementarse este sistema corremos el riesgo de que el Gobierno “venezuelice” las farmacias de este país y que los estantes de las mismas se llenen de polvo, de cremas, de champús o de pañales, de todo menos de medicamentos.
Pues eso