6 de Junio de 1944, 75 años del sumo sacrificio

En apenas unos días el mundo celebrará el 75 aniversario de aquel 6 de Junio de 1944 en el que de entre las brumas del mar de primera hora de la mañana, cinco mil barcos aparecieron frente a las costas de Normandía cargados con ciento sesenta mil soldados de la alianza que habían cruzado la noche anterior el canal de la Mancha, de Inglaterra a Francia, dispuestos a devolver la libertad a Europa y librarla del terror de un loco asesino.

La batalla de Normandía, llamada en clave Operación Overlord, fue la operación militar puesta en marcha por los aliados durante la Segunda Guerra Mundial que culminó con la liberación de los territorios de la Europa occidental ocupados por la Alemania nazi.

Al final, lo que se inició con Overlord, pondría en territorio francés a tres millones de soldados aliados, pero en los primeros momentos el éxito dependía del factor sorpresa. Todo tipo de incidencias se produjeron en los días previos al dia D, como que el «Daily Telegraph» publicara el 2 de junio de aquel año un crucigrama con los nombres en clave de la operación, «Neptune» y «Overlord», por casualidad.

Menos de un año después, Hitler se quitaría la vida, pero 24 horas antes del desembarco nadie podía asegurar que la Operación Neptuno, que pasaría a la historia como el Día D, no fuera a terminar en una derrota catastrófica para los aliados.

Sólo la combinación de un plan meticuloso, el coraje de los soldados y en algunos casos la suerte, permitieron que las tropas aliadas pudieran establecer una «cabeza de playa» en la Francia ocupada. Pero en ciertos sectores, como en la «sangrienta Omaha», los alemanes resistieron con éxito por varias horas.

Sin embargo, los aliados tuvieron la enorme suerte de que algunas divisiones de las Waffen SS, como la 15 división letona, no fueron enviadas a la defensa de Normandía pues Hitler nunca creyó que el desembarco se produciría ahí. La división más poderosa del ejército alemán, la 15ª División SS de granaderos, no estaba desplegada en Normandía sino en el Paso de Calais que era por donde Hitler esperaba el ataque. Aun así la más pequeña, pero aún formidable división 7ª del ejército nazi quedó a cargo de proteger Normandía.

De haber sido desplegada la división 15ª en esa región, la Operación Neptuno podría haber terminado en un desastre.

Pero no fue este el único hecho de fortuna que salvó el desembarco. En el verano de 1943 una copia primitiva de los planes salió volando por una ventana de Norfolk House, Londres. Un hombre que paseaba por allí los devolvió argumentando que su vista era muy mala para leerlos.

Para desembarcar a la hora H: las 06:30, media hora después del amanecer, las barcas de la primera oleada partieron de las naves nodrizas a las 05:20. Cuando estaban a poca distancia de la playa de Omaha, la más infernal, observaron que las bombas lanzadas por los aviones caían muy lejos de la cima del acantilado, así que ni deshicieron los campos minados ni siquiera golpearon los nidos de ametralladoras o las fortificaciones: «¡Lo único que han hecho ha sido despertarlos!» se quejó amargamente el comandante Scott-Bowden.

El mundo se jugó aquel 6 de junio de 1944 su ser o no ser. Entre la sangre y la arena de aquellas playas se entremezclaba un grito de libertad del que con el paso del tiempo apenas se habla. 

Nadie piensa, o nadie quiere pensar, que hubiera sido del mundo en que vivimos si en vez de los aliados Hitler hubiera triunfado. ¿Qué hubiera pasado si aquella división de las SS hubiera estado presente frente a los transportes de desembarco de las tropas aliadas?

Solo si uno pasea por el cementerio americano de Colleville-sur-Mer entre sus 9.386 tumbas, cobra verdadera dimensión del precio  de aquella inmolación. Lápidas en forma de cruz o de estrella de David, pero todas mirando al oeste, mirando hacia América, aún así, 307 de esas tumbas pertenecen a soldados “desconocidos”.

Una capilla domina el lugar desde el cruce de los senderos principales. El tañido de su campana rompe el silencio que reina en el lugar para recordar el sacrificio de los soldados que allí llegaron para combatir contra las potencias del Eje.

En Colleville-sur-Mer hay un jardín que antecede a las tumbas es el jardín de los desaparecidos y está formado por un muro circular sobre el que están gravados los nombres de los desaparecidos. Estas inscripciones recogen los nombres de las personas cuyos restos no pudieron recuperarse –como fue el caso de los 800 hombres de la 66.ª división de infantería que perdieron la vida durante un ataque con torpedos– o cuyos cuerpos no pudieron ser identificados.

Hoy la libertad es una palabra demasiado manida y sobada por manos que la usan para atacar al contrario o para llamar una vez mas a blandir la espada. Pero la libertad y el esfuerzo supremo por defenderla fue lo que guió a aquellos hombres que venidos de diferentes lugares del mundo comprendieron que debían arriesgar sus vidas, incluso darlas, por el inmenso objetivo de hacerla perdurar en el mundo

La libertad entonces se cobró un altísimo precio en vidas de jóvenes en las playas de Normandía. Gracias a aquel sublime y generoso sacrificio humano hoy podemos vivir como vivimos, sin temor a que ningún loco ponga en peligro nuestros derechos, nuestras vidas… ¿o quizás no?

Pues eso 

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