
Mira que hay cosas para conmemorar el 1 de Octubre. Pero en este país algunos han decidido que esta fecha sirva para recordar el día en que unos cuantos iluminados decidieron declarar la independencia en Cataluña. Una independencia que duró exactamente dos minutos, el tiempo exacto que hubo entre que Puigdemont dijo que la declaraba y el momento en que se echó atrás.
Sin embargo, los catalanes, mejor dicho, ciertos catalanes y sobre todo sus políticos, decidieron otorgar al 1 de Octubre el dudoso honor de ser fecha del recuerdo independentista, de un hecho que no fue sino un enorme ridículo que mejor harían en olvidar.
Me niego a ser parte de esta bufonada y personalmente prefiero recordar que es el día de la independencia de Tuvalú. Se preguntará el lector ¿que es Tuvalú?
Tuvalú, al contrario de Cataluña, es un país y celebra su independencia del Reino Unido el 1 de Octubre de 1978.
Tuvalú es uno de los cuatro países que forman la Polinesia, o uno de los catorce que conforman Oceanía. Su capital es Funafuti. Tiene una altitud máxima de 5 metros sobre el nivel del mar, siendo, después de Maldivas (2 metros sobre el nivel del mar) el país con la menor altitud máxima. Es por tanto un país formado por islas que se hunden por efecto del cambio climático y la subida del nivel del mar.
Cataluña también se hunde, pero al revés de Tuvalú lo hace no por efecto del cambio climático, sino por la decisión suicida de sus políticos.
Como curiosidad diré que Tuvalú ha logrado algo con lo que los catalanes secesionistas sueñan desaforadamente, especialmente los barceloneses de “En Comú”, y es que no hay otro país del planeta que tenga menos visitantes, solo tres turistas al día.
Pero aun así Cataluña no es Tuvalú. Y no porque no goce de belleza natural sino porque está en manos de una recua política, llena de cantamañanas, que cíclicamente despuntan en su estupidez y de forma secuencial piden una independencia que nadie en el mundo les reconoce.
Al revés que en Tuvalú sus habitantes, los catalanes, viven de un tiempo a esta parte en una auténtica crispación viendo como las familias se dividen y como el odio toma sus calles.
Hoy son muchos los ciudadanos catalanes que han de ocultar sus sentimientos y pensamientos en público, muchos los que han de susurrarse entre ellos “ciertas cosas”, tal y como ocurriera hace años en el País Vasco. Viven bajo una dictadura fascista de la peor clase, de las no declaradas, de las del miedo a los que gritan, a los que acusan, a los que usan la violencia para imponer sus ideas.
Cataluña vive bajo la tiranía de los violentos, esos que quieren celebrar el día 1 de Octubre como la fecha de la inmolación de unos políticos que saltándose todo tipo de reglas democráticas lanzaron a una parte de Cataluña contra la otra, dicen que en pos de la independencia de Cataluña, su Cataluña.
Los secesionistas y sus cachorros borroka son potenciales “camisas pardas” o “camisas negras”, hijos del peor fascismo y que, como se ha comprobado, son capaces incluso de fabricar bombas y artefactos explosivos y están decididos a usarlos.
Pero esa Cataluña secesionista no existe más allá de la comunicación y los titulares de prensa. Como si del proyecto iniciático de Hitler se tratara, o imitando a este, Cataluña es una independencia mas “goebeliana” que real, una independencia virtual que vive más en las redes que en la realidad.
No como Tuvalú que es un país sin futuro por efecto del cambio climático pero que es una realidad asumida por las Naciones Unidas y el mundo entero.
El 1 de Octubre que algunos catalanes celebrán,no es más que el mal recuerdo de aquel de 2017 en que el gobierno de la Generalitat se apresuró en cantar victoria tras una vergonzante jornada que los ciudadanos de Cataluña se vieron obligados a vivir por culpa de la arrogancia xenófoba —en alianza con las fuerzas antisistema— que Carles Puigdemont representaba.
Pero el 1 de Octubre que yo voy a celebrar será el de la independencia de Tuvalú, país que aun estoy buscando en el mapa, pero que sé que es un país y no la ilusión hipnótica de algunos iluminados, hijos de la quimera, alucinados fascistas en busca de cumplir sus delirios de grandeza.
Así que por mi parte ¡Felicidades Tuvalú!
Pues eso