
Agazapado en su locura, como si de un nuevo Nerón se tratara, Torra sonríe desde su palacio de la Generalitat ante los fuegos que arden en la capital catalana. Pinta de Nerón tiene, solo le falta la lira y la túnica porque el fuego, el incendio de Barcelona, ya se lo procura su “guardia negra”, sus CDR.
Acuñaron los secesionistas el termino botifler (traidor) para atacar a los que se les oponían, pero no encuentro mejor definición posible para el despreciable pirómano Torra y su gobierno de matones y chulos. Si no ¿Cómo llamar a quien traiciona a su patria, engaña a sus fieles adeptos haciéndoles creer en una independencia imposible y se esconde tras las instituciones ante la violencia desatada por aquellos a los que mandó arrasar las calles de su Cataluña? ¿Como definir a quien estando al mando de un gobierno anima a su pueblo a la rebelión y a la vez les reprime en las calles?,¿Cómo definir a un personaje así, si no es llamándole traidor?
La traición decía Maquiavelo es el único acto de los políticos que no se justifica. Y agregaba: “los celos, la avidez, la crueldad, la envidia, el despotismo son explicables y hasta podrían ser perdonados, según las circunstancias; los traidores, en cambio, son los únicos seres que merecen siempre las torturas del infierno político, sin nada que pueda excusarlos”.
La traición de Torra y sus políticos palmeros independentistas es sin duda el acto más despreciable, execrable, ruin y vergonzoso que un político haya cometido desde la llegada de la democracia a nuestro país. Aprovecharse de los catalanes mas débiles mentales y engañarles con el fuego fatuo de la independencia a sabiendas que era algo no solo anticonstitucional sino imposible en democracia y condenado al fracaso, es simplemente miserable.
Torra y sus secesionistas lo sabían y saben, nunca existió ni el reino catalán, ni el país catalán. Cataluña, en contra de lo que quieren hacer creer los secesionistas, ya formaba parte de la Hispania romana y de la visigoda. Y jamás tuvo consideración de Estado.
Pero para lograr sus objetivos, los felones catalanistas, urdieron la gran mentira secesionista que les dio cobertura mientras construían una posición política para la calle, que como la gran loba alimentaría desde sus ubres el odio al constitucionalismo y a la unidad de España, mientras ellos vivían de la sopa boba cobrando de los presupuestos del Estado, por supuesto español.
El problema es que la estrategia de estos miserables siempre ha tomado la delantera a los gobernantes nacionales que melifluos, nunca han sido capaces de frenar y cortar de raíz esta devastación institucional y social. Malo es el pecado catalán pero pésima la inacción de cuanto político ha estado al mando de España y apenas ha hecho nada mas que un 155 a medias que ni paró ni convenció.
Mientras, los Puigdemont, Junqueras, Torra…etc, se han empeñado a conducir al desastre de una forma programada a una tierra envidiada por el mundo y convertida hoy en zona de guerra a la que no recomiendan venir ni Francia, ni Gran Bretaña, ni EEUU y a la que cada vez más se la considera territorio no recomendable para inversiones. El futuro de Cataluña muere en manos de sus políticos.
Sin embargo, el secesionismo huye de sí mismo hacia delante mientras arrasa la imagen de su tierra creada a base de presupuestos millonarios y años de esfuerzo y talento. Una monstruosidad y sin embargo es lo que hay.
Según cuenta la historia, Judas Iscariote cuando comprendió la traición que había cometido contra Cristo, quiso devolver las treinta monedas de plata a los sacerdotes y viendo que ya no había vuelta atrás, horrorizado por sus actos, corrió a quitarse la vida ahorcándose él mismo. Y es que al menos Judas tuvo algo de honor a última hora para imponerse así mismo el peor de los castigos, los traidores de hoy simplemente no tienen honor.
Ver como Torra sale sonriente en los informativos de TV mientras en las ciudades catalanas sus cachorros, los CDR, queman, golpean, atacan con violencia y persiguen a quien se arropa con la bandera de España, es simplemente perverso por no decir asqueroso.
Como si de una organización criminal se tratara los sicarios de Torra toman las calles en la convicción de que no pagarán por la cobardía de sus actos, es más serán aplaudidos por quienes como ellos persiguen con saña y odio al que disiente y se considera, en justicia, parte de España. Es lo que tienen los matones de la calle.
La sospecha imperante mantiene que los Torra, Puigdemont, la CUP y los informáticos del 1-O están detrás del famoso “Tsunami Democratic” y lo utilizan como plataforma de lanzamiento de su “guardia negra de CDRs”.
Mientras, el catalán de a pie soporta cada vez con menos paciencia la violencia de los niñatos de la noche decididos a cercar edificios, incendiar ciudades o buscar la foto atacando a las fuerzas de seguridad que estoicamente cumplen con su misión a pie firme en la frontera del peligro, evitando responder no sea el caso que los medios progres les expongan como ejemplos de violencia policial.
Por si fuera poco, como si del capo de una banda mafiosa se tratara, Torra impone una huelga política general a los catalanes que por miedo a las consecuencias decidieron cerrar apretando los dientes, porque Nerón así lo ha decidido y saben que el que no cierre se debe atener a las consecuencias que su “guardia negra de CDRs” le impongan. Él, Torra, se felicita por el ejemplo de civismo de los catalanes y niega, forzado, a los violentos.
El violento es él y la violencia su forma de gobierno.
Torra hace tiempo que ha invadido el territorio de la razón con su sectarismo y su odio y ya va siendo hora de que el Estado frene los caprichos de un político botifler, incapaz y miserable. La situación en Cataluña está pidiendo a gritos la puesta en marcha de la ley de seguridad nacional.
Claro que para eso hay que tener un Gobierno y un Estado, pero eso es harina de otro costal.
Pues eso
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