Mastodóntico gobierno, muy bolivariano


El nuevo gobierno tiene 22 altos cargos, Sánchez incluido, que cobraran de media 106.000 euros, es decir que este engendro socialcomunista nos va a costar 2,3 millones, además de los 2.2 millones mas de gasto previsto en secretarías y subsecretarías a los que tienen derecho estos nuevos ministros. Mucho plato para tan poco pollo.  

Es curioso, pero todos los gobiernos bolivarianos gustan de tener consejos de ministros mastodónticos. En el ultimo gobierno de Rafael Correa en Ecuador había 21 ministros, 6 ministerios coordinadores y 11 secretarias de Estado. En Venezuela hay 33 ministerios y en Bolivia, en el ultimo gobierno de Morales, había 27 ministros. Y es que a los presidentes bolivarianos les gusta rodearse de un séquito amplio que le digan constantemente y allá donde vaya lo bueno que es, y a coro. 

Ya lo decía Maquiavelo “Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos” y de ser y aparentar es de lo que va la jugada. Ser no van a ser muy demócratas ni muy gestores pues gobernaran según sus gustos y caprichos, pero aparentar van a aparentar y mucho. 

Trataran de pasar por lo que no son, profesionales en busca del bienestar de “todos” los ciudadanos. Pero que se puede esperar de gente que en los últimos años ha crecido a base de la ubre política. Para muestra un botón hay quien no tiene mayor experiencia laboral que el haber trabajado de cajera en un Carrefour y de ahí ha dado el volatín hasta ser Ministra, es decir de cobrar 900 euros al mes a cobrar 90.000 al año, carrerón.

No entraré en lo facilón del discurso sobre si Irene Montero se ganó el cargo de ministra o si se lo debe a Iglesias, pero si los podemitas siempre se quejaron de que los políticos de derechas eran tan solo profesionales de la política, en su caso los populistas les han adelantado y mucho, dando u nuevo sentido a aquello de “la Casta”. 

De lo que no cabe duda es de que Sánchez ha abrazado el populismo comunista y lo ha disfrazado de su sanchismo para que el ciudadano de a pie digiera mejor el sapo de su mentira, pero háganme caso nada tiene que ver con el socialismo del que dice proceder. 

Me remito a lo visto hasta el momento de este nuevo popularsocialismo comunista que con tanta pasión ha constituido Sánchez en gobierno, pero que tan parecido es al guion seguido por los gobiernos bolivarianos en latinoamérica.

Hugo Chávez y Nicolás Maduro, Fidel y Raúl Castro, Rafael Correa, Evo Morales, Dilma Rousseff… Pablo Iglesias. Si Bolívar viviera hoy y pudiera ver lo que ha ocurrido en los países llamados bolivarianos su depresión lo llevaría directo al psiquiatra.

El líder de Podemos, así como los presidentes a los que ha aconsejado y posteriormente tomado como modelo, ha promovido deliberadamente un gran engaño, que es el de prometer bienestar para todos con ideas y proyectos políticos cuyo resultado no puede ser otro que la destrucción de las posibilidades de progreso y libertad de los ciudadanos y Sánchez parece que finalmente le ha copiado el discurso.

Siempre se ha considerado que la democracia solo podía ser derribada por dos vías: el golpe militar o la revolución. La globalización acabó, sobre todo en Europa, con la posibilidad de que un militar pronunciara otro «¡Se sienten, coño!» en el Congreso de los Diputados. El golpismo es ya una reliquia desfasada del museo de las rebeliones, como también lo son la guillotina y la bandera roja.

Pero en el nuevo contexto en el que nos movemos, el paso hacia una posible dictadura, o redefinición de dictadura, siempre será mucho más lento y sutil que hace décadas, al menos así lo explicaban, no hace mucho, investigadores del Real Instituto Elcano. “El proceso consistiría en la unión de varios factores, como el deterioro progresivo de los derechos civiles, el cuestionamiento del sistema judicial, la pérdida de fuerza de los partidos políticos y un acoso a la prensa”. Suena familiar, ¿verdad?.

Pero aun resulta mas preocupante el escenario si esto lo ponemos en relación con lo que son los mandamientos vitales del populismo:

Exaltación al líder carismático.Usar y abusar de la palabra: se apodera de ella.

Hacerse experto en fabricar una “verdad”.

Vivir de alentar continuamente el odio de clases.

Estar en permanente actitud de movilización de los grupos sociales.

Buscar y fustigar por sistema un ‘enemigo exterior’.

Despreciar en general el orden legal.

Pero sobre todo minar, dominar y, en último término, domesticar o anular las instituciones públicas de la democracia liberal.

El populismo no hace rehenes y buen ejemplo de esto lo están dando Sánchez e Iglesias en los últimos meses y días: pasan del Rey y lo que representa, ponen en cuestión constantemente el rol de la Justicia, se enfrentan por sistema contra la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, mienten descarnadamente a ciudadano, colocan compulsivamente en cargos vitales a quienes les convienen poniendo en cuestión la independencia de esos puesto, tapan a los medios que osan hablar de sus trapicheos y financiaciones o sus relaciones con terceros países. En fin de manual.

En resumen, como leí una vez: “El populismo no es una ideología, sino una estrategia para obtener el poder”. Y lo que es peor Sánchez se ha dado cuenta. 

Pues eso.

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