Brindemos por lo que será

Al calor de esta confinación a la que nos vemos sometidos, permítame el lector dar una opinión sobre como creo que será la vuelta a ese mundo que dejamos atrás hace tan solo unas semanas y al que el destino nos hará volver tarde o temprano. 

Ya los pájaros de mal agüero describen un paisaje de devastación económica que tendrá que ver más con un escenario de postguerra que con la normalidad deseada. Pero sinceramente esa herida se puede restañar. Sin embargo, esta sociedad nuestra más Sodoma que Shangri-la, ¿Cómo será?, no puede, no debe seguir siendo lo que era y creo lamentablemente que no lo será.

Apenas lo notamos, pero todo está cambiando y cambiará aún más. Por mucho que queramos parecernos a lo que fuimos, muchas cosas cambiarán sin que apenas nos demos cuenta. Y es que deben cambiar. La frivolidad a la que nos habíamos acostumbrado, me temo que no tendrá mucho espacio en el futuro. La intrascendencia de muchas de nuestras decisiones, puede que ya no tengan cabida. 

Por más que nos digamos que la vida es así, ese así será diferente, y no es solo necesario que así sea es que no queda más remedio, cambiaremos con toda seguridad, solo falta saber hasta que punto lo haremos para bien o para mal.

Por más que los intereses económicos primen en la salida de esta crisis, la humanidad está condenada a repensar sus prioridades. Aunque no se quiera, el virus ha dejado al descubierto nuestra fragilidad.

Las instituciones y organizaciones internacionales han demostrado no ser el bálsamo de una sociedad que buscaba objetivos y soluciones comunes porque cuando llegó el momento de demostrarlo han fallado estrepitosamente y cada país ha mirado por solucionar lo suyo más que aportar a una solución global. La ONU desaparecida, la UE en continuo debate sin soluciones, la OTAN imposibilitada, en fin, un caos previsible.

Algo, mucho, debe cambiar en la UE para que finalmente no demos a los británicos la razón por haber salido de ella. Lamentablemente esta crisis sanitaria ha dejado claro que la solidaridad entre naciones que buscaba Adenauer en su proyecto europeo, ni  está ni se la espera.

Es por esto y por todo lo ocurrido por lo que creo que estamos obligados a reflexionar sobre nuestro comportamiento en esta crisis. El virus ha dejado sobre la mesa muchas cosas: La inmensa profesionalidad y generosidad del personal sanitario, la entrega de las fuerzas y cuerpos de seguridad, el compromiso del ejército, la grandeza de un pueblo disciplinadamente encerrado por su propio bien y el de los demás y en general el afán por superar un drama en primera persona de tantos y tantos.

Pero junto a tanta dignidad de seres humanos también hemos puesto en evidencia la bajeza que nos acompaña: La especulación sobre el precio de lo más vital, desde respiradores a simples mascarillas, la ruindad de quien pretendía burlar el confinamiento y huir a las segundas viviendas, el racismo larvado de aquellos que los recibieron, la inutilidad mortal de los que pusimos al mando de nuestro destino, la mezquindad de quien sabiéndonos débiles y encerrados han hecho de ello una oportunidad, una miserable oportunidad.

No, el mundo, la vida, no puede volver a ser el mismo. Es vital reflexionar y en esta reflexión concluir que necesariamente bastantes cosas han de cambiar. Probablemente en este país no volveremos a ser tan efusivos como tampoco nos caerán bien los holandeses, gente que opina que en crisis como esta las personas mayores han de ser secundarias y morir. 

Por más que nos hayamos juramentado a salir en aluvión hacia los bares y los amigos, por un periodo de tiempo nuestras quedadas con amigos o familia se reducirán para tratar de prevenir los contactos y evitar posibles repuntes del contagio y eso puede hacernos menos sociales. 

En los cines, gimnasios y tiendas probablemente llegaremos a interponer distancias de seguridad entre nosotros, hasta los grandes conciertos o eventos deportivos y espectáculos se verán alterados en sus mecanismos ante el gran factor de riesgo que hemos aprendido que generan.

El teletrabajo o el empleo de las nuevas tecnologías para todo tipo de usos, cobrarán una importancia definitiva tras este paréntesis, poniendo en marcha nuevas formas actuación e incluso de control de la población.

Los viajes y las fronteras serán diferentes. Los viajeros y los países receptores actuarán de forma más cauta y las fronteras se convertirán en más rigurosas, no solo por controlar lo que hasta ahora se controlaba sino por una mera precaución sanitaria.

El amor no será lo mismo, ni la compasión, ni la pena, ni el odio. Por mucho que se empeñen los de siempre, todo será mas relativo. La vida cobrará un sentido mas crítico. La protección de lo esencial, de aquello que sí importa, dejará sin espacio a lo trivial ,a lo intrascendente. 

Miraremos queriendo descubrir. Hablaremos para comunicar. Gesticularemos para explicar. Pensaremos para crear. 

Trataremos a la gente desde el respeto de aquellos que murieron por mor de la crisis sanitaria. Tenemos el deber de dar un nuevo sentido al cuidado de nuestros mayores, a su permanencia y a su calidad de vida.

Nada, a partir de ahora, debería sernos ajeno, muy por el contrario, todo deberíamos hacerlo propio porque todo garantiza nuestra forma de vida y no hay en ello nada menos importante. 

El virus ha dejado claro que somos prescindibles y que nuestra subsistencia como seres en esta tierra depende del trato que le demos y que nos demos. La naturaleza avisa, o, mejor dicho, nos ha dado un probable último aviso como especie.

Todo ha de cambiar, se acerca una nueva oportunidad de ser mejores empezando por elegir mejor a quien nos conduzca hacia el futuro. El voto no es una cuestión de corazón sino de cerebro y sentido común y así espero que muchos lo hayan entendido. Espero que así sea por bien de mis hijos a los que tocará luchar para hacer mejor aquello que les dejemos.

En este punto me permito aconsejar al lector que busque en Internet al tenor italiano Alessandro Safina y le escuche cantar “E la nave va”, su versión de el vals numero 2 de Dimitri Shostakóvich. En sus estrofas va parte de la razón de esa nave “que va” y que nos ha de llevar al futuro: 

Todo está cambiando y cambiará/Todo va a empezar de nuevo/Y el invierno pasará/La vida sigue/Y tarde o temprano volverá/Girando como un carrusel/Sin una parada/La vida es así/Levantemos el corazón y después/Hagamos un brindis por lo que será

Te regalo lector el link : https://www.youtube.com/watch?v=ZSP72FfPVjk

Pues eso

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