De poco parece que le ha servido el varapalo electoral del año pasado a la lideresa del partido naranja. La salida de Rivera del arco político y el advenimiento de Arrimadas solo le ha servido a Ciudadanos para plegarse descaradamente al sanchismo reinante y lograr que los de Podemos les miren con buenos ojos. Los 2,5 millones de votos perdidos no mejoró su entendimiento, al contrario les ha conducido al abismo de Helm.
Aquellos resultados electorales dejaron claro que el electorado de Ciudadanos era prestado y no militaba en la causa liberal. Su voto era fruto de una razón temporal y no ideológica, un voto prestado que en cuanto descubrió la verdad abandonó la mentira.
Las expectativas de Rivera pasaban por ser bisagra para evitar la influencia del nacionalismo o por frenar a Pedro Sánchez, hoy esto ha dado un giro de conveniencia y nada se parece a lo que fue, si es que alguna vez fue algo..
Cuestionado su sentido útil, el andamiaje ideológico del partido naranja se demostró que era frágil. Rivera siempre creyó que la evolución demográfica del país haría evolucionar la derecha hacia una derecha liberal. Pero el hartazgo político y los errores propios cortocircuitaron por completo esa tesis y el puzle naranja se deshizo.
Hoy Arrimadas tan solo le ha dado el golpe de gracia a un partido sin lugar, sin ideología y sin vergüenza.
El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, dejó claro que no se fiaba de Ciudadanos, y mostró de forma clara sus reticencias a cualquier tipo de pacto con Cs cuando Arrimadas se acerco a Pablo Casado con aquello de “la suma”.
Los prejuicios de Feijóo hacia Ciudadanos se remontaban a la moción de censura que acabó con el gobierno de Rajoy, y es que el presidente de Galicia les achacaba con razón, que gracias a su actitud la moción se presentara y saliera adelante.
A juicio del presidente, Ciudadanos era, y es, un partido “que cambia de opinión demasiadas veces”, y se temía que lo que pretendiera fuera que el PP “solo fuese un vehículo para conseguir escaños. Y luego, tras las elecciones, pretender tener grupo independiente”.
Vamos que sin decirlo el gran presidente de Galicia veía en Arrimadas y su grupo la eterna traición, más interesada en retomar posiciones que en aportar algo al bienestar de los gallegos y los españoles. Finalmente, eso que muchos españoles creíamos desde hacía tiempo lamentablemente se ha comprobado, en el momento más delicado para todos, en medio de una pandemia sanitaria y confinados en casa.
Feijóo, uno de los pocos hombres de estado que quedan en este país con la visión necesaria para mirar España con perspectiva y a largo, mientras gestiona el presente, no se fiaba de Arrimadas. Y es que un partido sin ideología o, mejor dicho, un partido cuya ideología se forjó con cosas de aquí, de allá y de acullá “no es ni chicha ni limoná”, “ni vence ni convence” y todavía quiere ser opción de algo.
C´s es solo una veleta a la que mueve el viento reinante y que dice y hace lo que su marketing de cocina muestra como posible tendencia conveniente, y a ella se agarra sin pensar si vale o no para todos, solo si les sirve a ellos, a ella en este caso.
Me gustaba Arrimadas en Cataluña, pero la juzgué mal, creí que sería una política de fuste en aquel mar de secesionistas con un futuro brillante en Cataluña, pero me engaño, no era así.
No lo recordará lector, pero Arrimadas el 10 de febrero del 2019 decía en aquel ‘Salvados’ de Évole, «Mi objetivo político a corto plazo es ser presidenta de Cataluña». Corto era el plazo sí, pues en menos de un mes se desdijo de su supuesta aspiración y anunció su candidatura como cabeza de lista de Ciudadanos por Barcelona en las elecciones generales.
Arrimadas salta de capricho en capricho con tanta velocidad que se hace difícil seguirla. Si hoy lo ve de una forma eso no te asegura que mañana sea así. Este ir y venir en política se paga porque repito, como decía Feijóo, Arrimadas solo quería «utilizar el vehículo del PP para conseguir diputados» en Galicia. En efecto presidente.
Por cierto, al hilo de esto, recordemos también que en el País Vasco al bueno de Iturgaiz le toca comerse el marrón de ir junto con Ciudadanos a las elecciones que ha convocado Urkullu para julio, menuda hipoteca.
Pero hoy la lideresa de Ciudadanos ha encontrado a otro amiguito de juegos, Sánchez, y este le ha presentado a otro amiguito, Iglesias, que según ha dicho en estos últimos días se va a “ajuntar” con Arrimadas porque eso es bueno para España, su España.
En todo caso esta “espantá” hacia la izquierda es una irresponsabilidad directa de Arrimadas y probablemente, tal y como le pasó en Cataluña, conducirá a Ciudadanos a convertirse en algo meramente testimonial.
Con semejante espantá a la izquierda puede ser que se aseguren el sueldo de sus gestores y el pago de su sede, pero Arrimadas se ha cargado de un plumazo toda admiración ciudadana por aquel espíritu de resistencia y oposición al independentismo en Cataluña.
Un partido, Ciudadanos, que pretendía contrarrestar al secesionismo, terminar con la exclusión lingüística, erradicar la corrupción económica y moral de la política catalana, y cumplir y hacer cumplir las promesas electorales, o dimitir.
Nada ha sido así y por lo que respecta a Ciudadanos se acabó.
Pues eso