El sueño de Hugo Chávez

Antes de dar el salto a la política, Pablo Iglesias no tenía ningún rubor en elogiar la experiencia de una dictadura como la de Venezuela. Admiraba sin ambages a Hugo Chávez y mostraba su profunda admiración por el líder venezolano y su forma de «recuperar la “democracia” y poner la política al servicio de la gente» 

Hoy, conscientes de que su relación con la Venezuela chavista es una losa, tratan de ocultar sus simpatías por la revolución bolivariana. Las «experiencias interesantes» del gobierno de Venezuela han desaparecido de su discurso. 

Sin embargo, más allá de la conveniencia política, el tremendo peligro de la admiración de Podemos por el chavismo no solo no ha desaparecido, sino que ha aumentado sobremanera. Lejos del rumor mediático, el riesgo que conllevan los morados en la política española no radica en su financiación, ni en lo estrambótico de la acción de sus líderes, ni siquiera en su prevalencia en las redes sociales, no en absoluto. Su peligro reside en ser los “testaferros del sueño de Hugo Chávez”.

Y es que el sueño de la dictadura que forjó Hugo Chávez y que ha consolidado Nicolás Maduro, el famoso ‘socialismo del siglo XXI’, ha dado, con éxito, el salto a España y hoy su poder e influencia en nuestro escenario político es una terrible evidencia, un peligro gravísimo para la democracia de nuestro país. 

Quizás fruto de los consejos al oído de Monedero, Errejón e Iglesias, Chávez siempre deseo la internacionalización de su modelo, no solo dentro de América Latina donde lo logró con Lula, Correa, Morales o Kirchner sino también en Europa, donde España se convirtió en su gran objetivo, su deseo más primario, su sueño.

Cuando hablamos de Podemos nos entretenemos en lo superficial, pero no prestamos atención al principal mal de fondo que supone. Mediante una agenda precisa, no exenta de cierta suerte, pero de la que no se han movido ni un minuto, en su día penetraron el electorado más débil de España con sonoros titulares grandilocuentes. Engañaron a una base de voto suficiente que compró ideas imposibles y los llevo a Europa. Alcanzaron 71 diputados en unas elecciones, lo que les hizo llegar a ser la tercera fuerza política y cuando cayeron hasta los actuales 35 se fortalecieron haciéndose imprescindibles para un líder socialista timorato, pero codicioso e insaciable en sus ansias de poder. Finalmente alcanzaron la presencia en el gobierno de España que, aunque limitada les ha hecho vitales. Y todo eso en seis años, España es así.

Hoy, los ataques a la judicatura, al ejército, a las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado, a la integridad nacional, a la Unión Europea, a los medios no afines, no son fruto de la casualidad o acciones deshilachadas sin conexión unas con otras, ni mucho menos, son el paso necesario para consolidar las posiciones chavistas en nuestro país y con poder suficiente para cumplir con aquel sueño de Hugo Chávez a las puertas de Europa.

Los ataques a la monarquía no son sino la culminación de ese plan que a la vez que golpea al jefe del Estado se venga de la casa de Juan Carlos I, aquel rey tan odiado por Chávez desde que le hiciera callar en la famosa XVII Conferencia Panamericana de 2007. Ni Hugo Chávez lo hubiera planificado mejor: Las instituciones españolas atacadas, el Estado español cuestionado y la monarquía acosada por quienes guiaron la acción del mismísimo Hugo Chávez.

Por su parte los socialistas españoles también están enfangados con el chavismo no solo por los nexos de su expresidente José Luis Rodríguez Zapatero con Maduro o por los movimientos cuando menos extraños de Abalos con Delcy Rodríguez, sino también por el cambio de postura comunitario que Borrell, como Alto Representante de la Política Exterior europea, pretende forzar con respecto a la dictadura venezolanapromoviendo una misión que en la practica reconoce al chavismo.

Quizás sea excesivo asegurar que el chavismo gobierna España, pero reconozcámoslo, lo que aquí ocurre no podría pasar en ningún país de la Unión Europea. 

Hoy, cada vez parece estar más claro que Pedro Sánchez, el PSOE, Pablo Iglesias y Podemos no practican políticas socialistas, sino que pretenden implantar un sistema populista. Colonizar las instituciones y acumular poder para perpetuarse en el cargo es su plan director. Pensémoslo, pensemos como llegó el chavismo al poder en Venezuela fue algo muy parecido a lo que está ocurriendo en España.

Y es que este PSOE de Pedro Sánchez no es socialista. El PSOE hoy es propiedad de Sánchez como Podemos lo es de Iglesias. Sánchez ha vendido su alma al populismo chavista para mantenerse en el poder. 

Hace no mucho Maduro confeso públicamente en una rueda de prensa con medios internacionales en Caracas que “El Gobierno de España forma parte de los «países amigos» del régimen chavista de Venezuela”. Si ya la declaración nos avergüenza a la mayoría de los españoles, peor es la constatación de que eso nos deja en evidencia frente a los países de la UE y de EE. UU., en unos tiempos en que ser claros y fiables resulta vital en el orden mundial.

Me imagino que Hugo Chávez ríe desde su mausoleo en el Cuartel de la Montaña 4F. Quién le iba a decir que invertir algo de tiempo y dinero en aquellos ambiciosos imberbes españoles produciría un efecto tan demoledor.

Mientras, España languidece por mor de la acción de estos infiltrados del chavismo que cumplen estrictamente con un guion en el que el objetivo final es la desestabilización del sistema español y la debacle del Estado. El futuro dirá si lo consiguen, aunque si me preguntan diría que más vale que vallamos poniendo puertas al campo antes de que también rebusquemos en los cubos de la basura. 

Pues eso

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