A mediados del año pasado la División de Parques Estatales de Carolina del Norte publicó un artículo en Facebook sobre la aparición de una «serpiente zombi».
En realidad, se le conoce como serpiente hocico de cerdo oriental y parece que cuando se sienten amenazadas, las serpientes hocico de cerdo oriental fingen su muerte rodando sobre sus espaldas y abriendo la boca. La leyenda dice que esta serpiente puede mezclar el veneno con su aliento y matar a un humano a una distancia de 25 metros. Algo parecido pueden haber hecho los etarras cuando se vieron cercados y a estas alturas quiero pensar que, al contrario de la hocico de cerdo, la serpiente etarra está definitivamente muerta, ¿o no?.
Seis años y medio después de que declararan el cese definitivo del terrorismo, Eta anunció en mayo de 2018 su desaparición, hoy sus herederos, sus hijos, los hijos de la serpiente, se han convertido en el bastión principal que mantiene este gobierno.
Los hijos de aquella serpiente que figuraba en el escudo de los terroristas hoy se pasean ufanos y presumiendo de ser vitales para mantener un gobierno de socialistas a los que auparon los populistas de la izquierda radical.
Hasta tal punto ha llegado la connivencia entre gobierno y los filos terroristas de Bildu, que Pedro Sánchez llegó a lamentar en Setiembre pasado «profundamente» el suicidio de un etarra en prisión, palabras que causaron más que dolor y estupor entre los sindicatos policiales, que las calificaron de «auténtico insulto».
Con aquella declaración Sánchez tiraba arena y condenaba al olvido no solo a las más de 850 personas asesinadas a sangre fría por la banda terrorista vasca, sino querubricaba la amnesia que este nuevo sanchismo ejerce sobre tantos compañeros socialista muertos.
Pero a Sánchez parece no interesarle en absoluto indignar a su propia gente que en el pasado vivió en sus carnes el mortal zarpazo del terrorismo, que los padres de estos cachorros separatistas vascos se llevaran por delante la vida de una docena de socialistas asesinados entre 1979 y 2008.
Los que lo han vivido en carne propia dicen que la muerte de uno de los tuyos a manos de terroristas nunca se supera y que el recuerdo permanece en el tiempo, es más se hace todo lo necesario para que se le recuerde pase lo que pase, evitando que el olvido no supere jamás el recuerdo, tal es el sentimiento del descarnado arrebatamiento de quien tanto se quería.
Sánchez no está interesado más que en él mismo, ni recuerda, ni respeta a sus asesinados solo vive por la permanencia y si eso es así imaginemos lo que le interesamos el resto de los mortales.
La conciencia y el dolor por el compañero muerto a manos de los pistoleros de ETA no conmueve a este presidente y acepta de buen grado pactar con los hijos de la serpiente, a pesar de haberlo negado en sucesivas ocasiones. Y es que Sánchez nos ha engañado a todos en diferentes ocasiones:
Desde su primera etapa como secretario general del PSOE, en 2015, Sánchez ya mintió cuando se comprometió, ante un medio de Navarra, a no pactar con Bildu si llegaba a la presidencia del Gobierno: “Con Bildu no vamos a pactar. Si quiere se lo repito cinco veces o 20. Con Bildu, se lo repito, no vamos a pactar”.
Pero mintió…nos engaño a todos.
Mintió también cuando se dirigió al Congreso de los Diputados afirmando que no iba a permitir que la gobernabilidad de España descansara en partidos separatistas o en quienes “querían romper España. “Lo he dicho en público y en privado. Y lo digo aquí para que conste en acta”.
Otra vez mintió sin despeinarse
Pero además a principios de 2020, el pacto en Navarra para que los herederos de ETA facilitaran los primeros Presupuestos del Gobierno de María Chivite supuso una vomitiva alianza sin precedentes en la historia de España.
Consumó con aquello la traición.
Hoy Sánchez ha culminado ya el proceso de su felonía y lo ha hecho de la mano de Pablo Iglesias, gestor de la negociación con los bilduettarras, y Otegui ha anunciado que votaría sí a los Presupuestos Generales del Estado «salvo sorpresa» de última hora que, de momento, no contempla. Iglesias amigo agradecido predijo para su eterna vergüenza que con el tiempo se integrará en la «dirección del Estado»
En una carta escrita a mano dirigida al entonces candidato socialista a la presidencia del Gobierno, y que fue difundida en Twitter, José María Múgica, hijo del dirigente socialista Fernando Múgica, asesinado por la banda asesina ETA en 1996, echó en cara a Sánchez su falta de memoria histórica.
Mujica escribía así: “Ignoro cuál sea su memoria histórica, si es que la tiene, pero que pretenda usted alcanzar la investidura con la ayuda del fascismo que nos asesinó en el País Vasco, produce una náusea infinita. Y un profundo desprecio»
Vivir de los hijos de la serpiente produce un profundo hedor impresentable. Este gobierno al unísono ha saltado a justificar este pacto argumentando que es por la necesidad de aprobar los presupuestos.
Lamentablemente Sánchez esta dando la razón a aquello de que los criminales prosperan por la indulgencia de la sociedad. En España además tienen a Sánchez.
Pues eso