No me extrañaría que el presidente Sánchez tuviera una foto de Pablo Iglesias en la mesilla de noche, incluso no me extrañaría que le rezase, son tantas las veces que debe emitir el “si señor” al cabo del día que no me extrañaría que hubiera hecho de él, de Pablo Iglesias, su objeto de culto.
Observando esta obra de teatro que componen presidente y vicepresidente y la historia sobre el poder y la influencia que Rasputín tenía sobre la zarina Alejandra veo historias similares, si bien el ruso tenía una afilada barba mientras el producto nacional lleva moño.
Y es que ya no cabe duda de que cada vez que Sánchez se adelanta sobre algo que no convence a Iglesias tarda exactamente horas, pocas, en corregir y plantear la cosa ajustándola al criterio y la aceptación del populista.
Los últimos meses han sido tan profusos los “sí señor” que resulta de todo punto escandaloso. La última ha sido lo de los fondos de reconstrucción económica europeos, donde Sánchez se autoasignó el liderazgo único de los mismos excluyendo a Iglesias, hasta que éste le dio un capón y, cómo no, lo incluyó sin chistar.
Sánchez ha tragado con todo aquello que ha querido Iglesias. Este “siseñor de patas verdes” traga con todo. En el último mes ha tragado con el pacto con Bildu, las cesiones lingüísticas a ERC y ha permitido que Rufián ataque a Madrid llamándola “paraíso fiscal”, todo porque así lo quiere Iglesias.
Pedro Sánchez ha logrado el apoyo de Podemos a cambio de constantes cesiones en materia económica, lo que ha hecho que desaparezcan muchas de las medidas socialistas que figuraban en los programas con los que se presentó el PSOE a las elecciones generales.
Ahora le toca el tema de los desahucios co los que Sánchez se había hecho el despistado, pero que Iglesias no ha pasado por alto y que obligará al presidente a presentarlo como cosa suya, no lo dude el lector.
Llega a tal punto la mofa de Iglesias para con el personaje de Sánchez, que incluso antes de llegar a la vicepresidencia, Pablo Iglesias no pudo resistirse a pitorrearse del hoy presidente tras aquel tropezón del mismo alardeando de controlar la Fiscalía.
Con una sonrisa dentona de esas que tanto le gustan al vice populista, con el brazo izquierdo en jarras y mirada pretendidamente seductora, Iglesias dijo en un mitin al más puro estilo Podemos con voz engolada: «pero… ya saben ¿quién controla la Fiscalía?». Iglesias entonces ya se creía muy por encima del socialista y apostaba fuerte por pasarle por encima.
A día de hoy la cuestión es que Iglesias, no cabe la menor duda, ha negociado estratégicamente los presupuestos con los grupos independentistas en interés propio, no de Sánchez o del gobierno. Él sabe que tiene bajo su ala 53 diputados, los suyos y los de sus socios, y Sánchez también lo sabe, de ahí este eterno sí señor.
La realidad es que la mal llamada co-gobernanza solo ha logrado potenciar un cóctel perfecto para perpetuar la conjura y notoriedad del populista. Y es que la izquierda radical que Iglesias representa–ya institucionalizada en el Gobierno de Sánchez junto con sus redes clientelares— alardea en “sottovoce” de su capacidad para controlar al presidente amenazándolo con incendiar los votos en el Congreso cuando quiera.
A Zapatero le tocó congelar las pensiones, bajar el sueldo a los funcionarios, eliminar el cheque bebé, frenar la financiación de su ley de dependencia y dejar en los huesos la ayuda al desarrollo, en lo que supuso el mayor recorte del gasto social de la democracia hasta ese momento.
A Sánchez solo le toca tragar con lo que diga Pablo Iglesias ¿Para qué va a pensar? si solo hay que decir “si señor”
Puestas así las cosas será interesante comprobar cómo administran Sánchez e Iglesias la quiebra de España augurada por el FMI: la caída del PIB hasta limites insospechados este año, una tasa de paro devoradora de vidas y sueños y un déficit público insoportable. Lo malo es que seremos nosotros los que suframos la incompetencia y la ambición de estos personajes
Y todo esto mientras Sánchez cede y cede ante su vicepresidente, un tipo ambicioso que no se conforma con nada a pesar de los continuos “sí señor” de su protegido
Y es que como reza la canción de Vainica doble “un si señor con las patas verdes”:
Quiero ser idea fija y acomodarme en tu mente,
entrando por la rendija abierta de tu inconsciente
y que te sea inevitable tenerme siempre presente
Es así…¿Verdad vicepresidente?
Pues eso