Gritan y se escandalizan los podemitas cuando se compara lo ocurrido en el Capitolio de EE. UU. con lo que ellos provocaron en España en tres ocasiones. ¡Que falta de memoria!
Recordemos que bajo el impulso y patrocinio, oculto eso si, de Podemos en setiembre de 2012 se produjo aquel Rodea el Congreso que originariamente iba a llamarse “Ocupa el Congreso” casi nada. El 25 de abril de 2013 se produjo otra acción esta vez denominada Asedia el Congreso y en 2016 se produjo otro Rodea el Congreso contra la «la investidura legítima» de Mariano Rajoy
La falta de memoria, o el no querer recordar, les hace acusar de ser poco menos que siervos de Vox a todos aquellos que en buena ley muestran las similitudes entre estas actividades. Se rasgan las vestiduras porque se les iguale a las hordas de nazis de la ultraderecha americana, los “red neck”, que asaltaron el Capitolio y han supuesto la vergüenza del país demócrata por excelencia.
La realidad es que lo sucedido este miércoles resultó “un asalto sin precedentes a la democracia de Estados Unidos, sus instituciones y el imperio de la ley”. Por su dimensión y repercusión no debería tener comparación posible con nuestras operetas patrias, esas que se montan los de Podemos y la extrema izquierda cuando como los escorpiones se ven cercados. Pero en el fondo el germen ideológico y la intención oculta de esos actos tiene la misma raíz, aunque provengan de extremos políticos diametralmente opuestos. Son ataques a la democracia, a las instituciones y al sistema establecido entre todos, vamos que son lo mismo.
Los podemitas olvidan que el 25 de setiembre de 2012 provocaron la movilización Rodea el Congreso. Lejos de ser un movimiento pacífico, querían llamarlo Ocupa el Congreso, muchos asistentes atacaron la sede de nuestra democracia. En un determinado momento, encapuchados y embozados agredieron con patadas a los antidisturbios.
El impresentable de Iglesias que en aquel momento presentaba la Tuerka en el canal de TV que le pagan los iraníes, hizo el siguiente comentario al video que mostraba las escenas de violencia de esos manifestantes contra la policía: “Tengo que reconocer que me he emocionado. Porque, aunque no es agradable ver una agresión contra nadie, expresaba una rabia que está creciendo. Y cuando la rabia crece hasta el punto de que alguien es capaz de jugarse la integridad física atreviéndose con un funcionario público entrenado y con un casco y un arma de fuego, es que algo está pasando en la sociedad”. Clavado a Trump. Pablo eres clavado a Trump te guste o no.
En octubre de 2016 Podemos instigó otra revuelta de “Rodea el Congreso”, parece ser que les gusta el tema. Esta vez miles de personas participaron en la manifestación convocada por la Coordinadora 25-S (Podemos) en protesta contra la que calificaban de «investidura ilegítima» de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno.
Cuando la concentración se hizo evidente en la Puerta del Sol y una vez levantadas las restricciones a la circulación en las calles aledañas al Congreso, los manifestantes atacaron el acceso a la Cámara Baja desde la calle Cedaceros. A la salida de los diputados, sobre todo de Ciudadanos, los concentrados allí abuchearon, insultaron y lanzaron todo tipo de objetos contra ellos.
Los de Ciudadanos se llevaron la peor parte y según relató en su cuenta de Twitter la diputada de Ciudadanos Patricia Reyes.«Hoy a la salida del Congreso me han llamado puta y me han tirado una lata de cerveza. Me quedo con la democracia y no con la violencia».
Pablo Iglesias se acercó por donde se habían producido estos hechos para saludar a los manifestantes concentrados en esa zona y en declaraciones a La Sexta, Iglesias afirmo que aquello “ha sido muy bonito, había mucha gente con actitud positiva en términos democráticos”
Alberto Garzón, Rafael Mayoral y Juan Carlos Monedero, también se acercaron a saludar a los manifestantes, despidiéndose puño en alto del grupo que coreaba consignas como «sí se puede».
Queridos, si es lo mismo, en su intención final y en su germen ideológico lo que buscaba Podemos en aquellos alzamientos de la calle es absolutamente lo mismo que el propósito final de lo ocurrido en el Capitolio americano: alterar la convivencia democrática, perturbar la dinámica de la institución del Congreso, atacar de forma evidente el orden establecido e instigar un alzamiento contra el gobierno legalmente elegido de Rajoy mediante unas elecciones libres y democráticas.
Por añadir algo diré que aquel alzamiento populista fue calificado por la hoy compañera del “vice nada” como “Un motivo de orgullo porque implica que la democracia funciona”. Este dechado de visión democrática hoy es ministra de uno de esos ministerios surgidos del compromiso del pacto, es decir inútil.
Si, si es lo mismo, es un ataque a la democracia, un tratar de imponerse sobre la voluntad de la mayoría, una bofetada al sistema que entre todos nos hemos ganado mediante una transición ejemplar. Lo que pasa es que, con perdón, les jode la comparación, pero por mucho que hoy se invistan del manto de armiño de un ministerio o una vicepresidencia no dejan de ser tan antidemocráticos como el pésimo jugador de golf de Mar a Lago.
Tan bocazas como populista es Trump como Iglesias, mal que le pese y el que no lo quiera ver es porque el odio o la pasión sin freno no le dejan. Hay que ser fríos y aceptar que cuando enervas a la multitud te arriesgas a que esta te pase por encima y se cargue aquello que dices defender y por lo que entre tú y yo, querido Pablo, mientes tan locuazmente.
El populismo se ha convertido en el recurso de los políticos sin capacidad ni talento que quieren tomar el poder por cualquier medio.
Chávez (Venezuela), Maduro (Venezuela), Morales (Bolivia), Erdogan (Turquía), López Obrador (México), Orbán (Hungría), Berlusconi (Italia), Trump (EEUU), Modi (India) y Bolsonaro (Brasil) todos tienen en común ser populistas de libro y haber llegado engañando al pueblo con promesas absurdas, incumplirlas y convertirse en dictadores.
Esa es la clase de política la que le gusta a Pablo Iglesias, así que “al loro” lector que el morado, en cuanto a su objetivo, progresa adecuadamente.
Ah y sí, sí es lo mismo, se pongan como se pongan.
Pues eso