Israel presume de ser un país pionero en innovación tecnológica y lo es, pero las acusaciones de espionaje a periodistas, políticos y activistas a través del programa Pegasus de la empresa israelí NSO reflejan cierto lado oscuro y oculto de la llamada nueva sociedad digital
Creada en 2010 por Shalev Hulio y Omri Lavie y afincada en Hersliya, al norte de Tel Aviv, la empresa israelí NSO suele recibir frecuentemente criticas por su programa Pegasus.
Y es que la investigación sobre Pegasus desvelada el pasado julio y realizada entre más de 15 medios y organizaciones de todo el mundo, reveló que el software espía Pegasus fue utilizado, en términos políticos, con al menos 12 jefes de Estado y más de 500 diplomáticos, dejando un velo de inseguridad informática sin precedentes.
Este secreto a voces revelado por Forbidden Stories, un consorcio de periodistas y Amnistía Internacional, ha sacado los colores a más de un Estado y ha provocado una onda de choque en las Relaciones Internacionales de todo el globo.
Tanto Forbideden Stories como Amnistía Internacional tuvieron acceso a un listado de 50.000 objetivos potenciales de los clientes de la firma israelí de seguridad NSO entre los que estaban muchos políticos y periodistas. Lo curioso es que las infecciones de teléfonos habrían sido ordenadas desde agencias de seguridad de países como México, Marruecos o Arabia Saudí según la investigación internacional.
En 2020 Facebook, Amazon y Apple levantaron la voz contra este software porque ponía en riesgo la información de millones de personas. Dicha demanda no fructífero y ahora se sabe que, Pegasus, es una herramienta de impenetrable control con la que, como se ve, los gobiernos han interactuado en busca de vigilar a la población en general y demás.
La psicosis de estar siendo escuchado, con o sin permiso judicial, hace tiempo que se expandió por el tejido empresarial y político patrio y mundial y desde ese momento tiene de los nervios a los ejecutivos y políticos españoles. Hoy los gobiernos, instituciones y empresas invierten cantidades ingentes en sistemas de contramedidas o de seguridad intentando proteger su privacidad de la manera más eficiente.
Cualquiera puede ser vigilado por su policía, su gobierno o su justicia. Pero lo que es peor es que aun así has de confiar ciegamente en que esa labor se realiza bajo supervisión judicial, no cabe otra, no puedes desconfiar, pero casos como el de Villarejo dejan al descubierto que no todo se realiza de forma limpia e impecable y que existe un submundo, eso que ahora llaman las cloacas, que penetran en nuestras vidas como y cuando les interesa y eso, lamentablemente, pone en cuestión el sistema y a quienes lo utilizan.
Pegasus se instala, sin conocimiento del propietario, en los teléfonos móviles elegidos para ser espiados, una vez “cazado” el móvil, el poder del sistema es tan grande como el secreto mejor guardado del dispositivo.
El gobierno de Israel obviamente sabe de la existencia de esta arma digital, y no solo eso, además, decide a quién puede vendérsele esta información y quienes pueden usar este software.
Desde la irrupción total de los smartphones se ha cuestionado la seguridad que estos brindan, sin embargo, ninguna empresa puede garantizar la total seguridad a la privacidad de las personas que usen cualquiera de estos aparatos.
Lejos de tecnicismos, Pegasus es probablemente el más completo sistema de vigilancia digital y puede rastrear cualquier actividad: desde capturar llamadas telefónicas y conversaciones a través de IP a leer SMS, conversaciones de chat, recoger las páginas web visitadas, foros de internet, archivos descargados de la red, e incluso leer los viejos faxes, y todo en tiempo real. Y sí, por supuesto, también puede leer comunicaciones seguras y cifradas.
Visto esto es evidente que el futuro no es como lo habíamos imaginado, es infinitamente peor. Más allá de la visión de George Orwell, el gran hermano existe en la realidad y te vigila, no dudes, porque Orwell no se acercó ni por asomo a la evolución de la vigilancia del Estado o de la Justicia de hoy en día. En una cosa sí acertó: los malos que justifican esta vigilancia y rotura de nuestra intimidad, así sin matices, siempre son otros.
La tremenda ironía es que se supone que el objetivo del spyware, así se puede llamar a los sistemas en general, es ayudar a los gobiernos a detectar y atrapar criminales mediante la identificación de amenazas en sus aparatos, y parece que sí, para eso también se usan. Pero los gobiernos, tarde o temprano, como sea descubierto, se ven tentados a usarlos para seguir a periodistas, otros políticos y a sus enemigos personales con fines no necesariamente aceptables; bueno, a todos en realidad.
Hoy el sistema total se llama Pegasus y es el espía digital definitivo. Le basta un mensaje de texto o whatsapp con un enlace, un click en él y la infección es incontrolable.
Pegasus solo puede ser comprado por gobiernos y su uso dicen, esta restringido a espiar a sospechosos de pertenencia a redes de crimen organizado o terroristas. Sin embargo, se ha documentado que muchas de las agencias de seguridad que lo han adquirido lo han usado ampliamente contra todos y contra todo.
Pero, en fin, visto esto un consejo querido lector, como dijo Julian Assange “Todos deberíamos comprender que cuando agregamos a amigos a Facebook, estamos trabajando gratis para las agencias de inteligencia creándoles bases de datos.”
Lo que hagan después con ellas…eso amigo mío solo lo sabe Dios…o aquel que te espía.
Pues eso