¿Arde Madrid?

Según cuentan el 23 de agosto de 1944 fue un día dantesco para Dietrich von Choltitz, el gobernador militar alemán impuesto por el Tercer Reich en París. 

A sabiendas de que la ciudad iba a ser tomada por los Aliados, un «Führer» desquiciado ordenó a von Choltitz que destruyera y quemara los monumentos más destacados de la capital francesa aquel agosto de 1944. Hitler, en su locura asesina, debió pensar que, si la «ville de l’amour» no estaba bajo su mando, no sería para nadie.

Dicen que durante todo el día de aquel 23 de agosto Hitler no dejo un solo momento en preguntar ¿Arde Paris?, pero Paris no ardió.

Poco más o menos hace Pedro Sánchez con Madrid. Su odio hacia Ayuso es de tal calibre que se ha fijado como objetivo destruir el bienestar de la ciudad, devastar Madrid, cualquier cosa que deje claro que o Madrid es suya o no será de nadie y menos de Ayuso y el PP.

Es tal el odio a la situación actual de Madrid, mayoritariamente a favor de Ayuso y el PP, que en su último movimiento Sánchez está decidido a eso que llama ‘descentralizar instituciones’, es decir, sacar de Madrid a diversas administraciones para repartirlas por el resto de las comunidades autónomas. 

Un gesto que responde más a un interés político que logístico y bajo el que subyace la intención de frenar a Isabel Díaz Ayuso.

La clave proviene del presidente del peluquín levantino Ximo Puig, cuando se quejó de que Madrid crecía económicamente gracias a su efecto de ‘capitalidad’, y propuso poner un impuesto especial a los madrileños, que fue secundado desde algunos sectores del Gobierno, como el ministro Escrivá. 

Aquello no fue mas que un globo sonda intencionado, de los muchos que lanza este gobierno de lo absurdo, globo que se saldó con un mosqueo absolutamente justificado de la presidenta regional, que denunció este enésimo ataque a Madrid.

Pero lo que el del peluquín si hizo es plantear la acusación de que en Madrid se vivía del «dumping fiscal». Esa era la acusación que el levantino lanzó una y otra vez contra Isabel Díaz Ayuso, y mucho más desde que la presidenta anunciase la eliminación de los impuestos autonómicos propios. 

La campaña evidentemente esta auspiciada desde el Gobierno que como escusa se centra en una llamada ‘armonización fiscal’ con ninguna otra pretensión que no sea imponer una subida de los impuestos a los madrileños.

Todos los ataques han cobrado especial virulencia desde que se produjo el desastre de la izquierda y más concretamente del PSOE en las elecciones de mayo. Aquel día, como hiciera el Fuhrer, Sánchez sentenció Madrid.

Su carácter prepotente no admitió aquella derrota y provocó la inquina del prepotente de la Moncloa hacia la capital de la nación. Su arrogancia es tal que al igual que dicen que hacía Hitler, Sánchez no hace sino preguntar día si día también ¿Arde Madrid? Y la respuesta para su desconsuelo es siempre no. 

Este cerco a nuestra ciudad puede acabar mal para Madrid y lo que es peor para España. Pero Sánchez no deja de preguntar ¿Arde ya Madrid?

Y es que el advenedizo monclovita argumenta que Madrid se ha situado económicamente como locomotora económica de España, superando también a Cataluña, porque se dedica a bajar impuestos, lo cual perjudica a otros territorios, ya que atrae la llegada de grandes empresas y patrimonios.

El ataque no es un hecho anecdótico, porque desde hace tiempo el socialismo español no aguanta que la comunidad de Madrid prospere de forma tan clara aplicando políticas económicas y fiscales «de derechas». Sobre todo, en materia de impuestos.

Es decir, el bienestar económico del país es algo que odian los socialistas, de hecho, nunca lo han conseguido. Siempre han condenado al PP a recuperar un país sumido en la miseria a fuerza de gastarse lo que no teníamos.

Decía Margaret Thatcher que el dinero público no existe y que lo que sí existe es la “gestión pública del dinero” ese dinero que es de todos los contribuyentes, independientemente de sus ideologías. 

Llegados a este punto habría que recordar a este gobierno social-comunista que abusar del ciudadano tanto malgastando ese dinero o sometiendo a una población al sufrimiento fiscal tan solo por causas arbitrarias no tiene ninguna clase de castigo, pero causa el mismo daño que llevárselo crudo. 

Dicho de otra manera, el ser un inepto puede quedar impune, pero seguro que tiene su castigo electoral, a las pruebas me remito

De momento a los madrileños nos toca seguir siendo receptores de los cuchillos del inepto. Su número circense, ese de atacar todo lo que venga, o necesite, Madrid se mantiene a fuerza del odio de Sánchez por la capital de España, esa que le mostró su desprecio cuando le toco el turno de hacerlo. 

Pues eso.

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