
Dice mi amigo Agustín Valladolid que se levanta todas las mañanas con la buena intención de ser positivo y buscar el lado bueno a este gobierno, pero que no hay manera.
Agustín es uno de esos periodistas de fuste y experiencia contrastada en mil batallas y por lo tanto una voz a escuchar que desde su columna en Vozpopuli sienta catedra desde hace mucho tiempo.
Pobre Agustín, mira que levantarse todos los días pensando en que algo bueno hay en este gobierno. Eso es como si uno se levanta todos los días decidido a ser George Clooney, la intención te dura lo que tardas en llegar al espejo del baño.
Es imposible encontrar el lado bueno de semejante caterva de párvulos políticos. A fuerza de ser sincero creo que son eso, pero también unos ignorantes, incapaces, prepotentes y en general, un mal para este país.
Por más que griten, estilo Montero, no tienen una ideología definida. A Feijóo le sería muy difícil darles la batalla cultural porque resulta imposible determinar a qué ideario se atiene este gobierno para actuar como lo hace.
Hay quien se empeña en decir que son comunistas, incluso mantienen que se deben al socialismo: Mentira y de las gordas. Si alguna vez lo fueron, abandonaron ese mantra hace un montón de tiempo. Hoy rinden pleitesía al sanchísmo que ni por el forro se parece a nada de eso.
Hoy que esta tan de moda la expresión “cosificación”, es evidente que la cosificación de Sánchez, a mi modo de ver, es un hecho y ha generado esta nueva ideología, me explicaré: Si cosificación según la RAE es “Convertir algo abstracto en una cosa concreta”. Resulta evidente que Sánchez se está cosificando.
Si bien los leales lo cosifican elevando a Sánchez a la categoría de “Becerro de oro” al que adorar. Los que ni por asomo sentimos respeto alguno por él, lo reducimos a simplemente un petardo advenedizo, un tipo que jamás debió llegar a nada en política.

Si algo dejará este gobierno, y sus adláteres, para los restos, además de una cantidad ingente de problemas, un montón de funcionarios y asesores colocados a dedo y una desastrosa economía y situación social, será un rastro baboso de halagos inmerecidos que se han ido haciendo entre ellos y una situación intolerable de descredito de la vida parlamentaria a base de faltas de educación y de insultos.
Aunque, siendo sincero, de un tiempo a esta parte es de observar que, con las elecciones llegando, la situación interna de este consejo de ministros está variando substancialmente.
Ya no se ve la autocomplacencia que se observaba entre ellos en los primeros años. Ahora los cuchillos sibilinos vuelan entre los que se dicen ministros socialistas (sanchistas adoradores del becerro de oro para entendernos) y los podemitas (que hoy día ya no se sabe a quién adoran).
La culpa del desastre diario vuela de un lado para otro de las sillas del Consejo de Ministros tan pronto los defectos de las leyes surgen. Y es que ya los desastres son de carácter continuo y dejan al descubierto a esta colección de advenedizos que más que luchar por el bien común, pelean día si día también por su sillón y su dinerito.
El más listo es ese ser abstracto llamado Pablo Iglesias, aquel que prometió asaltar los cielos y que al retirarse del escenario público ha decidido dedicarse al noble arte de muñir.
Ahora Iglesias, para el que no lo sepa, resulta que ha entrado en colaboración con otro muñidor, también abstracto, de alta alcurnia, Juan Carlos Monedero, para buscar inversores y crear un, según lo llaman, proyecto mediático.

De momento se han lanzado a captar a dueños de grandes empresas en Argentina. Su principal proyecto consiste en crear un «grupo empresarial», una «plataforma» que ponga en relación siempre bajo su “autorizada” dirección e ideología a varios medios ya activos en España y América Latina.
Estos nuevos tiburoncitos mediáticos quieren sacar partido de su pasado político, ahora en el mundo de los medios, pero mucho me temo que la realidad, si hay suerte, les devorará más pronto que tarde.
Y es que, como decía un magnifico jefe que tuve “no hay como dar a un tonto un formula 1 en una pista forestal”.
Algo así es lo que le pasa a la ministra del igual-da que loca de nervios se pasa el día rodeada de su cuadra de pelotas afines que solo la dicen lo guapa y lo inteligente y gran feminista que es, y dicen que incluso hay hasta quien la llama “la nueva Victoria Kent”. Como esta mujer apenas tiene criterio, ella se deja calentar los oídos, se lo cree y claro, así le va. A esta mujer no hace falta cosificarla, ella es lo que es, y mejor pasar del tema.

En fin, que estamos en manos de gente peligrosa por lo inútiles que son de la que mi buen amigo Agustín, jamás será capaz de sacar nada bueno.
Menos mal que ya no queda mucho para que lleguen las elecciones, en las que he puesto toda mi fe, aunque para ser sinceros algo me dice que si este país vota con el estómago y no con la cabeza poco vamos a poder esperar. En fin, ojalá que me equivoque y este país haya tenido suficiente con los años gobernados por esta colección de impresentables.
La cosificación es algo serio dependiendo de lo que hablemos, pero cobra un valor inédito cuando nos atrevemos a convertir al gobierno abstracto de Sánchez en una cosa concreta, y no se me ocurre mejor cosa que cosificarles como un “bodrio”, pero de los de libro.
Pues eso
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