
Este país nuestro se aburre. A fuerza de leyes absurdas y escándalos este gobierno, que gusta de llamarse progresista, ha conseguido que casi nada sorprenda a los ciudadanos, no que no nos escandalice, sino que no nos sorprenda. Pero este país empieza a estar harto de tanto ridículo político y de tanto mantra prohibicionista que produce la izquierda, mientras exhibe groseramente una absoluta incapacidad de crear bienestar para sus ciudadanos.
Ahora resulta que la gestación subrogada a la que ha acudido Ana Obregón es una cuestión de Estado gracias al interés bastardo de un gobierno y sus apéndices mediáticos, empeñados en tapar como sea los escándalos de PSOE y su complice Podemos
Es verdad que este tema de la maternidad o gestación subrogada admite el debate y que, como en todo, las posiciones son dispares y excesivamente pasionales. Debido a una decisión propia, única y exclusiva de Ana Obregón, el Régimen sanchista ha encontrado en la maternidad subrogada una excusa para hacer que este este país se entretenga jugando, cual gato, con un ovillo de lana mientras «nos hace un traje» a todos los españoles
Mientras «jugamos con el ovillo» los grupos de PNV, EH Bildu y Elkarrekin Podemos-IU han aprobado en el Parlamento Vasco un texto con el que defienden que es «necesaria una reforma» de la Constitución que incorpore como «cuestiones nucleares» la «posibilidad de cambio de la forma política del Estado, habilitando la opción de la República», así como el «reconocimiento del carácter plurinacional del Estado, y el consiguiente derecho a decidir de los pueblos».
Es decir, no solo se están cargando las instituciones, sino que ahora «los socios de gobierno de Sanchez» enemigos declarados de España» han decidido atacar el eje nuclear de nuestra nación: la Constitución. Y mientras nosotros con el ovillo, dale que te pego.
Pero volviendo al ovillo, como siempre, la izquierda quiere marcarnos por ley e ideología aquello que pertenece exclusivamente a la ética personal de cada uno. Sin embargo, un debate amplio sobre el tema solo puede producirse prestando atención a las razones propias y personales de las mujeres que intervienen en este proceso.
Como siempre, la izquierda prefiere dictar doctrina y leyes evitando escuchar al que disiente de su punto de vista e imponer su pensamiento único. En absoluto les interesa conocer o pararse a reflexionar sobre las causas y los efectos reales de quienes acuden a esta solución para formar una familia.

Ana Obregón ha decidido afrontar el juicio público tomando su camino, aun sabiendo la polémica que pueda generar, pero actuando desde su libertad personal y su propia conciencia.
Pero el aburrimiento del país y los intereses de la política la casuística y sobre todo la simpleza de la prensa rosa, están haciendo de un tema tan intimo como este un circo absurdo, im el análisis serio.
Se prefiere discutir sobre la edad de Ana Obregón o sobre su capacidad económica o simplemente su desgracia personal. Se abandona el contexto emocional de quíen acude a esta solución para volver a ser madre, a sentir como madre. Se ignora su derecho inalienable a ser libre y decidir libremente.
Se prefiere imponer criterio único como si la verdad radicara en la esencia de la izquierda.
Esa izquierda a la que no le duelen prendas en imponernos su criterio sobre el aborto, la ley LGTB, el sí es si, como han de ser las relaciones sexuales de nuestros hijos e incluso llegan a dictar mantras sobre que estos, nuestros hijos, no son nuestros sino propiedad del Estado, Celaa dixit.

Para imponer sus teorías sobre el tema de la maternidad subrogada llegan incluso a blandir el tema económico haciendo de ello un arma arrojadiza que apoye sus teorías mercantilistas sobre el cuerpo de las mujeres.
Sí, es una cuestión de dinero porque llegar a tener un bebé por vientre ajeno en EEUU es caro, pero no tiene nada que ver con explotación alguna de la mujer o con el aprovechamiento no ético de las condiciones sociales de quien va a ceder su vientre para tener un hijo.
Es puramente un acuerdo entre dos mujeres, quien lo desea y quien lo cede, y aquellos que blandieron el derecho a la libre decisión de cada mujer sobre su cuerpo, como en el tema del aborto, no están autorizados para decidir por ellas que deben y que no hacer con su capacidad de gestar.

Pero si todo esto es una cruel ironía, no deja de ser sarcástico que la izquierda acuda a los derechos del niño gestado en vientre ajeno, cuando para justificar el aborto se acudió al argumento del no nacido como hecho secundario, reconociendo la libertad de la mujer para hacer con el feto lo que quisiera en aras de su derecho a decidir.
En fin, una estupidez más de esta izquierda dogmática para los que la libertad supone algo que ha de estar regulado por leyes y prohibiciones.
Por cierto, se me olvidaba, mi más profunda enhorabuena a Ana Obregón.
Pues eso