
Tenía que ocurrir más tarde o temprano y ocurrió. Y es que no se puede estar haciendo el imbécil eternamente porque tarde o temprano la gente, la justicia, las empresas se mosquean y saltan.
Es lo que tiene tener un gobierno de sectarios e ignorantes. Lo primero se sufre, contra lo segundo se actúa, y así lo ha hecho Ferrovial, abriendo con ello un melón peligroso, muy peligroso.
Mucho me temo que no vaya a ser la única gran empresa del Ibex 35 que abandone su sede en España y la traslade donde se reconozca la labor del empresario y de las empresas como fuente de riqueza. Y es que resulta impresentable la caterva de bocazas y descerebrados que componen este gobierno.
Y ya no es una cuestión solo de Podemos que básicamente ya se sabe que no dan para más y son quienes encabezan el ataque a la economía nacional. No, es que escuchar a Calviño en su reacción sobre Ferrovial da una idea de hasta qué punto este gobierno se ha vuelto loco.
¿Cómo puede una ministra de economía de este gobierno criticar a Ferrovial? y decir que Ferrovial muestra una “falta de compromiso con España y con los contribuyentes españoles”, dado que debe el crecimiento de su negocio a los contratos públicos obtenidos en España. “Una empresa que ha crecido con la obra pública de todos los españoles no debe tomar una decisión que afecta a España y a los contribuyentes españoles”. Y que la censure como “falta de patriotismo”.
Y es que quizás por patriotismo la ministra Calviño entiende las palabras de la Belarra, su compañera de consejo de ministros, cuando vomita contra la élite empresarial y en concreto contra Mercadona y Juan Roig y regurgita eso de «Capitalismo despiadado, indecente», «se está forrando a costa de la crisis y de la guerra de Ucrania»… todo ello para llegar a la conclusión de que «lo que acaba con la desigualdad no son los discursos de los grandes empresarios en foros internacionales sino la intervención pública de la economía».

Ferrovial no está actuando antipatrióticamente como quiere hacernos creer el gobierno.
En este mundo global el patriotismo empresarial ya no radica en la ubicación sino en los resultados y cuanto mejores sean estos para las compañías españolas mayor será nuestro orgullo de pertenencia.
Es verdad que Ferrovial ganó concursos públicos, como es verdad que el país se benefició no solo de esas obras publicas sino de los miles de empleos creados. Ahora toca sentirse orgulloso de como una multinacional española gana obras importantes en el mundo, incrementa sus beneficios y mantiene el empleo creado.
Desde luego lo que no es nada patriótico es señalar a empresas y empresarios acusándolos de ser feroces avaros y capitalistas despiadados y luego llorar porque estos deciden irse del país que así les acusa.
Es por cosas como esta por lo que este país nuestro no debería preocuparse por las consecuencias nucleares de la guerra de Ucrania, sino por la explosión descontrolada de la economía nacional que este gobierno ha decidido llevar a cabo día tras día.
La estupidez de Belarra y Montero una vez más nos conducen al fracaso como país y al hundimiento del estado del bienestar.

¿Cómo es posible que la supuesta octava economía mundial tenga en su gobierno semejante cuadra de analfabetos e ignorantes? ¿Cómo es posible que aún continúen en el gobierno quienes están explosionando el mercado empresarial y laboral y sigan vendiéndonos las excelencias de su ideología absurda e incompetente en las sociedades avanzadas de hoy?
Abomino de esta gente que destruye, a cada paso que da, mi país. No los considero mi gobierno y tan solo estoy a la espera de que el tiempo pase y la razón y el sentido común de este pueblo soberano los eche del gobierno, aunque incluso eso me inquieta.
Para aquellos que aún creen en el socialismo, creo que es bueno aclarar que lo que está hoy dirigiendo España no es tal cosa, sino una especie de derivada fraudulenta llamada sanchismo, que en resumen no es ni más ni menos que el culto inconsciente al líder, al gran becerro de oro de la Moncloa, incurso en una voladura constante del socialismo de Pablo Iglesias, el bueno.
Este Gobierno es lo menos parecido a un gobierno. Permitir que sus ministros ataquen al tejido empresarial, que destruyan el estado del bienestar y que se entretengan en leyes que no dan de comer ni calientan los hogares españoles, es simplemente impresentable.
Pero si además todo lo que hacen contribuye a hacer de España un país aún más pobre y son conscientes de estar haciéndolo, no tiene perdón posible.

Hubo un tiempo, en mi juventud, que me sentí socialista y que aquella ideología de Willy Brandt y de Olof Palme me resultaban atractivas y creí en ellas. Eso hoy brilla por su ausencia. Al socialismo de hoy impregnado de Sánchez, de casos ERE y de tíos Berni ni lo reconozco ni lo asumo. No, como le pasó a Joaquín Sabina, hace tiempo que dejé de ser de izquierdas y no, no votaré izquierda y espero que se note. Ya está llegando el tiempo de tomar posiciones y yo así lo hago, aquí y ahora.
Ni por asomo votaré a quien me traiciona día sí y día también. A quien echa de mi país a sus empresas y sus fuentes de riqueza. Ni por asomo asumo ministerios como el de “Igual dá” o el de Belarra que nunca me acuerdo de qué es. Y desde luego paso del impresentable de Garzón y su ministerio de consumo que consume mucho, menos horas de trabajo.
Ya está bien, son demasiados síntomas de lo que está pasando y ninguna solución por parte de este gobierno de seres falaces. Por si no lo había notado el lector, este blog pasa a situación activa de contra-campaña en enfrentamiento directo con el sanchismo y sus adláteres.
El resto…
Pues eso