Jóvenes y política ¿Cuestión de confianza?

Llegan las elecciones y todos los partidos se lanzan, en una carrera sin sentido, a por el voto de los jóvenes. Se les promete de todo, vivienda, subvenciones, leyes especiales…etc. Pero pocos son los que realmente comprenden la situación real de quienes han de asegurar el futuro de España.

Y es que tras las crisis financieras mundiales y en especial la de 2008, la más afectada fue la juventud, en muchos aspectos: perspectivas de vida, valores… y su forma de participar en política y en la sociedad. Se perdieron una serie de derechos que no se van a recuperar: una situación complicada de asumir cuando te planteas un proyecto vital.

Se exige responsabilidad y capacidad a los y las jóvenes, al tiempo que se les niega y se les aleja de los espacios en los que se toman las decisiones”

Esta generación de jóvenes españoles son un colectivo hiperconsumista e hiperconectado que, tras la crisis, ha asumido la quiebra del Estado del bienestar y la inseguridad, que desconfía del futuro y que se emancipa más tarde que las generaciones anteriores. La aparición de nuevas formas de ocio y de nuevas necesidades educativas son otras de sus características.

En líneas generales parece ser que estos jóvenes españoles han salido de la pandemia siendo cada vez más “conservadores” –reivindican valores y virtudes tradicionales como el esfuerzo, el ahorro, la honestidad o la prudencia, por ejemplo- y cada vez se muestran más implicados o dispuestos a implicarse en lo colectivo.

Desde el cuestionamiento radical del estado de las cosas, reclaman un cambio de modelo social, político y económico sin llegar a cuestionar el orden establecido, aunque sí reclamando su perfeccionamiento.

En definitiva, en los últimos años y en líneas generales, quizá a causa de la crisis, los jóvenes españoles se han hecho más ortodoxos, más formalmente correctos, más proactivos frente a lo comunitario, más implicados en lo común, y mucho más preocupados por el orden y la seguridad.

Sin embargo, a pesar de que una amplia mayoría de jóvenes muestran un interés creciente por todo lo que tiene que ver con la política, también muestran una gran desconfianza generalizada hacia la mayoría de las instituciones.

Solo dos superan ligeramente el 5 de media, lo que sería un aprobado mínimo en confianza, ambas fuera del entramado institucional “oficial”: ONG’s y medios de comunicación a través de internet. Rozando el aprobado y en la órbita de la confianza media-baja estarían la Policía y el sistema educativo. El resto de instituciones suspenden en confianza. Especialmente, los partidos políticos.

Y, muy relacionado con lo anterior, se confirma una falta de confianza aguda en el sistema de partidos a quienes acusan de “falta de interés por los problemas reales de la gente”, “falta de credibilidad” o falta de democracia interna”.

Todo ello son pruebas de que la juventud no está tan ajena a las inquietudes políticas. Por el contrario, se ven a sí mismos como realistas, pero desean introducir nuevas ideas, actualizar el discurso político y defender sus propios intereses.

Pero en general, a los jóvenes les interesa la política del día a día, aunque les cuesta dar el paso para participar en ella.

Eso sí, hay una enorme desafección institucional, y quieren coger en sus manos las riendas de la situación. Estos jóvenes quieren hacer esto de forma distinta, ya que no les valen los partidos políticos tradicionales.

Las nuevas tecnologías tienen un papel fundamental. La disponibilidad de un mayor número de herramientas online y redes sociales ha jugado un papel enorme en el refuerzo de la participación política y el activismo de los jóvenes.

El éxito de estas nuevas tecnologías radia en que permiten canalizar también sus protestas y ejercer lo que podemos llamar un “ciberactivismo”, aunque no está claro hasta qué punto ese activismo cibernético se traslada en una mayor implicación en la vida política real.

Hoy en día ya no cabe duda de que existen tres espacios en los que los jóvenes han impulsado y producido avances y conquistas con su especial protagonismo.

En primer lugar, el de la igualdad de género y la lucha contra la discriminación por sexo y contra el machismo. El segundo sería el del ecologismo y la preocupación por el medio ambiente, lo que supone querer asumir compromisos de futuro. La tercera lucha que los jóvenes han abanderado es la de la aceptación de la diversidad, fundamentalmente en lo que se refiere a la diversidad sexual y cultural.

Creo firmemente en que a los jóvenes hay que respetarles su derecho a equivocarse, a tomar decisiones y a aprender de los errores, sobre todo respecto a las cosas que afectan a su vida.

Como muchos de mi generación yo ya estoy de vuelta. Observar a mis hijos me da la razón y me tranquiliza sobre el futuro. Queda tan ardua tarea en manos de gente mucho más competente que yo, pero con el desafío de reponer los platos que hemos roto en el pasado. Es tiempo ya de dejar paso si no quiero ser arrollado.

Pues eso

Pues eso

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